TRIATHLON DE GÉRARDMER

Volvía a ponerme un dorsal justo después de dos meses de mi última carrera. Realmente, venir aquí no entraba en mis planes hasta hace unas semanas. Javi tenía unos días libres y nos apetecía hacer una escapada por la zona de los Alpes franceses. Buscar montaña, fresquito, disfrutar de la bici en unos de los paraísos ciclistas, desconectar… Ciertamente, no tenía ningún plan después de Roth. Iba a ir construyendo la segunda parte de la temporada sobre la marcha (si la había).

Han sido dos meses “diferentes” y alejada de mi rutina habitual. Primero por un descanso necesario, luego por una lesión que se fue complicando y alargando y que me robó mucha energía. Se fueron sumando una serie de circunstancias que me dejaron tocada tanto a nivel físico como anímico y decidí (por el momento) dejar de “entrenar” (no de hacer deporte). Le dije a Carles que no me marcara planificación, prefería hacer lo que me apeteciera y fuera surgiendo. Prefería entrenar con Javi y ayudarle en su preparación para Kona. No me apetecía estar pendiente de números, de watios, de ritmos, de dieta, de peso, de suplementación, etc. Tomarme las cosas de otra manera, básicamente.

Cuando Javi me planteó nuestra escapada, surgió la idea de venir a Gerardmer. Un triatlón que llevaba tiempo persiguiendo y que, cuando quise venir, se quedó en el aire por culpa del Covid. Reconozco que estaba baja de ánimos y mi estado físico no era el mejor. Sin embargo, tenía ganas de buscar nuevos retos, nuevas aventuras, tenía ganas de volver a competir. Me picaba el gusanillo. Así que aquí estaba, con lo puesto.

Sabía que no iba a ser muy competitiva. Sabía que no estaba para disputar la carrera. Así que la que se presentó ese día en la línea de salida no fue la Judith Pro sino la Judith amateur. Sé que no existe la una sin la otra. Y quizá os parezca ridícula esta premisa, pero no lo es para mí. Me ayuda a mí misma a tener claro el objetivo que me planteo en cada momento, el punto donde estoy. Me ayuda a no perder mi esencia, mis principios.

Reconozco que con el planteamiento que hice cometí varios errores. Más allá de las fuerzas o de las ganas. Desconecté demasiado y eso hizo que me olvidará varias cosas importantes. Quizá menosprecié la competición, o mejor dicho: la preparación. Y minutos antes de la salida me seguí lamentando por ello. Hasta me plantee si empezar o no. Y más viendo la que estaba cayendo antes de comenzar y el frío que tenía. Sin embargo, no quería dejar de hacerlo.

La natación fue muy dura. Salimos todos juntos en masa. Los profesionales estábamos colocados en la fila delantera pero la salida fue en conjunto. En los primeros metros recibí un fuerte golpe en la nariz que con el frío que tenía, se acrecentó el dolor. Y solo unos metros más tarde, recibí un puñetazo en el ojo. No solo me provocó un corte en el párpado, sino que me saltaron las gafas y tuve que parar a ponérmelas como pude con miedo a que me arrollara la multitud. Costó gestionar eso y más cuando sientes que no estás en tu mejor versión para luchar contra ciertas adversidades. <objetivo: acabar, objetivo: acabar…> Me repetía brazada a brazada. Conseguí llegar viva a boxes. Seguro que pensáis: ¿No dices que ibas como ameteur?, pues toma salida conjunta. Cierto. Toda la razón y mi admiración por los que salís en masa y os peleáis en el agua. Pero estaréis conmigo que una cosa es recibir golpes inevitables y otra cosa es esto. Javi, lo primero que me dijo al acabar fue: ¿qué te ha pasado en la cara?

El ciclismo no fue menos duro. Sin embargo, más allá del desnivel del recorrido, la dureza la puso la lluvia. Diluvió prácticamente de principio a fin. Así que, si en circunstancias normales ya sabía que iba a pasar frío, con la lluvia aún más. Iba preparada para sobrellevar las inclemencias del tiempo de la mejor manera. Como nunca antes había hecho. Me demoré mucho en la transición, pero me tapé por completo. Objetivo: acabar. Acabar y no caerme. Así que eso hizo que me tomará la bici con mucha calma. No son escusas. Es cierto, que hice una bici muy lenta y muy mala comparada con mis rivales. estuve fuera de carrera en todo momento. No di la talla ni subiendo ni bajando. Falta de fuerzas, de confianza… Tocó tirar mucho de psicología.

A pesar de eso disfruté en varios momentos del recorrido y sobre todo de la primera subida de cada vuelta donde se colocaba la gente formando un pasillo. Al igual que en Zarautz y Roth. Como molan estás cosas. Y encima en esta con “musicón”. Esa parte fue muy guay.

El peor momento lo viví en una bajada, justo cuando se calló el triatleta de delante. Patinó por completo y aún no sé cómo lo pude esquivar. Qué mal trago. Es de esos segundos que cierras los ojos sabiendo que también te vas al suelo, pero por suerte: lo salvé. No me lo merecía. Después de todas las precauciones que había tomado no merecía caerme. Y menos por culpa de otro. Suerte que era en el kilómetro ochenta y quedaba la parte final, si no me hubiera retirado porque eso me dejó muy tocada y aún me resto más seguridad. Lidié con el frío y la fuerte lluvia los últimos kilómetros del tramo ciclista, pero por fin veía la opción de llegar a la T2 y de hacerlo entera.

La carrera sí que fue un disfrute. Solté toda la tensión que llevaba dentro. Conseguí relajarme y correr con fuerza. Esas fuerzas que no tuve antes en ningún otro momento, o que no supe sacar. Y a pesar de que no sirviera de nada correr rápido, tenía ganas de hacerlo. –Están todas muy lejos. Me dijo Javi nada más bajarme a correr. Me lo imaginaba. Aunque tampoco me importó mucho. Yo solo quería correr y liberarme. No miré el reloj, corrí con lo que tenía, corrí con todo. Me fui creciendo. Necesitaba exprimirme. Me apetecía hacerlo. Por mí y por Javi. Debía demostrarle que a pesar de mis malas semanas, de mi mal día, de mi mala carrera. Iba a luchar hasta el final y no sólo no me iba a retirar sino que no me iba a dejar llevar corriendo a pesar de no tener nada más que hacer.

Aunque sí que lo tuve. Adelanté a cuatro chicas en la carrera a pie y a tres de ellas fue en los tres últimos kilómetros. Así que contenta de no tirar la toalla hasta el final y satisfecha por ello.

Estoy orgullosa de haber cumplido mi objetivo: acabar. Y contenta de haber venido finalmente porque es un triatlón muy bonito, con sello propio, con buen ambiente y ha valido la pena.

Gracias a Javi por su apoyo incondicional. Y gracias a Javi y Aline por venir a animar y por vuestra cercanía, ha sido un placer conoceros.

Ahora a disfrutar de unos días de ruta y desconexión. Ahora próxima y última parada de la temporada: europeo de media distancia en Bilbao. Sinceramente, dado mi estado actual, me he planteado varias veces el ir o no. No por mí, sino por respeto a mi selección. Pero considero que es un premio que me he ganado yo y que me lo merezco.

Llegue como llegue y salga como salga.

(PERDONAR PERO ES QUE NO TENGO NINGUNA FOTO DE CARRERA)

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