Tal y como hablé con Helene en el “momento maldito”, casi no hay ni crónica de esta carrera. O, mejor dicho, casi no hay ni carrera. Sí para muchos (aunque solo unos pocos), pero no para mí, ni para el resto de mis compañeros de selección.

El previo estaba siendo muy tranquilo. El deseado. Como los que a mí me gusta. Viaje corto y rápido (vuelo Barcelona-Bilbao) y mucho tiempo para descansar cómodamente en el hotel y sin ningún percance. Aunque claro, en una carrera, las cosas no pueden ir tan bien, algo tiene que pasar. Y pasó.

 

Por falta de información (en el breafing no estaba nada de eso explicado) ocurrieron una serie de circunstancias que casi nos dejan fuera de carrera por completo. Después de darnos cuenta de que el check-in era solo de 9 a 11h nos presentamos a las 10.30h. Sin embargo, por desconocimiento y falta de información, lo hacemos sin el mono reglamentario y sin las calcamonías (era obligatorio). A contrarreloj, tocaba volver al hotel en bici para cogerlos y llegar a tiempo de nuevo. Llegamos a tiempo. In extremis. Lo que casi no llegamos vivos. Si no nos matemos en ese trayecto agónico, fue de milagro. Sustos no nos faltaron a todos. Y cuando parecía que lo peor había pasado, después de comer en el hotel, llegamos a la zona de boxes tranquilamente para preparar todo y nos encontramos con el aérea de transición cerrada. Cerraba a las 13.30h (sin saberlo porque en el breafing tampoco se dijo) y eran las 13.40h. Igual que nosotros estaban otros muchos triatletas. Así que nos quedamos con todo lo de competir (prácticamente) en la mano y con una cara de tontos que no os podéis ni imaginar. Bueno, mucha gente la vio en directo y pido disculpas si la gente me saludaba y yo en ese momento solo quería que me tragara la tierra o que alguien me explicara quién nos había gastado esa inocentada de tan mal gusto. Finalmente, después de mucho negociar con los jueces de carrera, nos dejaron acceder a todos a las 14h. Tiempo justo para preparar todo y prepararse para ir en breve a la cámara de llamadas.

Con los nervios a flor de piel por todo ese cúmulo de circunstancias, empezaba la carrera. Sin darme casi ni cuenta estaba ya en la ría dando las primeras brazadas. Luchando porque Helene y la portuguesa no se escaparan después de que ellas tomaran la iniciativa juntas. No lo conseguí. Se me fueron escapando poco a poco.

Sé que nadar en la ría echa mucho para atrás a la mayoría. Sin embargo, es un lujo poder hacer una natación donde puedes ir viendo y escuchando a la gente animándote. Y yo en particular a mis padres, que me siguieron aquí, un año más, por todo el recorrido.

foto: Amari Erretratua

 

A pesar de perder 1’ con Helene, y unos 40” con la portuguesa, no desistí en el intento de darles caza. Y me subí a la bici, en modo persecución y empecé a pedalear como si no hubiera un mañana. Y, a pesar de la lluvia, el suelo mojado y la visera empañada por mi propio aliento y las bajas temperaturas, lucho con todo por recortar lo máximo en el mínimo tiempo posible. Percibo que no consigo recortarle a la portuguesa, sin embargo, ella alcanza a Helene. Sufro aún más porque si se van las dos juntas, mi gran esfuerzo habrá sido sea en balde. Por suerte no fue así y antes del kilómetro 10 les doy caza. -¡Ya estoy aquí! Me digo a mí misma contenta de alcanzar la cabeza de carrera y sentir que las fuerzas aparecen cuando las necesitas.

foto: Amari Erretratua

Foto: Eduborrowsport

 

La portuguesa imponía un ritmo muy fuerte tanto en llano como en subida. Helene parecía quedarse rezagada en el primer puerto (el más duro del día) y la paso con fuerza para no perder la estela de la líder. Consigo superar el ascenso sin que se me escape y al empezar el descenso veo como la portuguesa traza a sus anchas la línea continua (sin importarle lo más mínimo) y se pasa al carril contrario curva tras curva (rebasarla es descalificación directa). Por su actitud parece que lo hace por puro desconocimiento, pero… : – los errores se pagan caro, pienso para mí misma. Como es lógico, la árbitro que iba controlando detrás de nosotras, empieza a pitar de forma contundente y continuada. Se acerca a ella y le advierte de la infracción cometida, sin embargo, no la amonesta. Eso me sorprende y me molestó. No entiendo porque fue permisiva ante esa acción. Helene alucinó igual que yo como es lógico. Ese tipo de circunstancias siempre descolocan un poco y aumentan la tensión en carrera. Nos estábamos jugando un europeo y no estábamos para tonterías.

Foto: Mikel Taboada

 

No solo hubo tirantez por la lucha codo a codo entre nosotras, kilómetro a kilómetro, donde ninguna quería quedarse descolgada. Sino que el frío y la lluvia sumaron tensión al ambiente. Tocaba lidiar con ello y tocaba jugar a ser la más rápida y a la vez resistir encima de la bici. Lo logré. Logré arriesgar sin caerme. Logré dominar el frío. Logré olvidarme de la lluvia y rodar con fuerza y confianza a pesar del suelo mojado y resbaladizo. Y conseguí a su vez ser la más rápida. Después de que la portuguesa liderara la primera mitad del sector ciclista tomé el mando en el kilómetro 50 y así me mantuve hasta la T2. No porque yo lo quisiera, sino porque no recibí ningún relevo por parte de mis dos contrincantes. Aunque tampoco lo esperaba. Sabía que ellas iban a jugar muy bien sus cartas.

Pedalee con potencia y sin descanso kilómetro a kilómetro con la intención de seguir abriendo hueco para asegurar las posiciones de pódium. Las fuerzas acompañaban así que había que aprovechar mientras me fuese posible. Sin pensar en el después y solo en el ahora. La ocasión lo merecía y no valía el guardarse nada.

Foto: Mikel Taboada

 

Ya estábamos alcanzando la segunda transición y yo solo quería llegar primera a la línea de desmontaje. No estaba dispuesta a un adelantamiento en los metros finales de la bici después de haber tirado los últimos 30 kilómetros. Ya sabía cómo se las gastaba Helene y estaba sufriendo por ello. Pues a pesar de lograr mi objetivo, y que no me superase en la transición, el palo llegó igual. No me dejó ni quinientos metros de gloria. No me dejó ni creer que la podía aguantar y, en el primer minuto de carrera, se escapó. Impuso de nuevo un ritmo infernal. Un ritmo imposible para mí. A pesar de intentarlo con todas mis fuerzas me iba abriendo hueco mientras sentía como las piernas se me desgarraban, como los pulmones me explotaban y como el corazón se me salía por la boca. Y por más que mi mente quisiera plantearme que ese kilómetro era el último, mi cuerpo no era capaz de plantearse ese duelo, aunque se tratase del sprint final.

foto: Amari Erretratua

Sacarme 30-40” en los primeros 4-5 kilómetros fueron suficientes para ganar el duelo y llevarse la victoria. Un duelo entre compañeras que nos admiramos y nos apreciamos mucho. Una bonita batalla que a pesar de durar 21 kilómetros, fue sentenciada por Helene en el primer asalto. Un jake mate que, a pesar de vislumbrarlo, no esperé que llegase tan pronto. Y por más que busqué poder disputarlo, mi rival ya me había puesto entre las cuerdas.

Foto:Mikel Taboada

 

Sentía que el público buscaba igual que yo la manera de reconstruir la partida, de seguir jugando. Se convencían e intentaban convencerme de que era yo la que debía mover ficha, la que podía avanzar hacia la casilla de meta y seguir plantando cara a mi rival. Pero la reina fue ella, y aunque yo me negara a reconocerlo, ya me había tumbado la ficha.

Foto: Mikel Taboada

 

El público volvió a ser protagonista. Volvía a ser parte de la fiesta. Es un orgullo sentir tu nombre boca tras boca. Recibir tantos ánimos y sentir que se meten contigo en la pelea. Igual que el resto de triatletas que tanto me animaron y algunos como Cuevas, me hizo de liebre un par de kilómetros. jejejeje. Son esas anécdotas de carrera que te gusta vivir y que te llevas para el recuerdo. ¡Pero es que aquí me anima hasta el apuntador! Voluntarios, árbitros, organizadores, speakers… Gracias a todos. Que feliz era luchar con todo ese empuje. Y luego me decís que siempre sonrío, como para no hacerlo.

Foto: Mikel Taboada

 

Helene fue más fuerte que yo una vez más. Enhorabuena compañera por tu carrerón y tu gran estado de forma. Ha sido un placer compartir esta experiencia contigo y poder luchar de tú a tú. Ante ti no podía conseguir mayor resultado. Así que estoy muy contenta de lograr ser Subcampeona de Europa. Estoy feliz de acabar una gran temporada con otro gran resultado. Estoy orgullosa de volver a encontrar mi energía. Una energía que perdí estos dos últimos meses y que parecía que no iba a poder recuperar para esta carrera.

Foto: Mikel Taboada

 

Gracias Bilbao y toda su gente por crear la atmosfera perfecta. Por volcaros y entregaros como lo hicisteis. Como lo hacéis siempre. Me habéis regalado un día inolvidable. Un día mágico que añado a mi carrera. Del que me vuelvo a llevar, no solo un gran resultado, sino miles de encuentros, de abrazos, de sorpresas, de sonrisas, de anécdotas, de risas, de fotos, de gritos, de aliento y de mucho cariño y admiración. La misma que yo siento por todos los que ponéis pasión a este mundo triatlético.

 

Fotos: Mikel Taboada

 

Gracias a cada de uno de los que formasteis parte de esta carrera. Gracias a los que me habéis dejado formar parte a mí y gracias a los que me habéis ayudado a que llegue hoy hasta aquí y así. Os lo he agradecido en persona o a distancia a cada uno de vosotros así que no me voy hacer repetitiva, solo por el hecho de no extenderme.

Foto: Mikel Taboada

Foto: Eduborrowsport

 

Me voy de vacaciones con una sonrisa de oreja a oreja. Con una felicidad inmensa. Porque esta, para mí, ha sido la última de la temporada. El lunes vuelo a Hawai de vacaciones. Sé que muchos creéis que compito y sé que es confuso el tema. Os lo explico: el slot que conseguí en Nueva Zelanda en marzo del 2019 debía ser canjeado para el mundial de Utah que se celebró en mayo (los profesionales no teníamos la opción de aplazarlo para Hawai como los grupos de edad). Y fuera o no fuese a Utah (decidí no ir), para estar en Hawai este octubre debía volver a clasificarme.

Cosa que ni intenté.

PD: Aunque escribí la crónica domingo noche. Publico finalmente la crónica mientras hago escala en Los Ángeles (3h.30 AM del martes)

No puedo cerrar esta crónica sin poner algunas imágenes del domingo.

Estuve en la 1ª Edición del triatlón infantil de Galdakao; un club integrado por amigos de este deporte que he tenido el placer de conocer, los cuales me invitaron a su evento,.Gracias por la invitación. El honor fue mío. Fue un placer estar allí y vivir esa bonita experiencia, viendo a los más pequeños competir y poder ver su ilusión, sus nervios y su concentración desde tan pequeños. Fue un auténtico lujo fotografiarme con ellos, charlar, darles consejos, alentarles, tranquilizarles y colgarles medallas. Gracias a todos por el cariño recibido y por vuestro reconocimiento. Tanto por parte de las instituciones del pueblo (del alcalde y de la concejala) que estuvieran allí, como todos los padres y niños. Y por supuesto, a todos los integrantes del club. Fue abrumador. Eskerrik asko por hacerme sentir tan especial y poder dejarme vivir un día inolvidable. No podía haber mejor formar de despedir el fin de semana.

Y por supuesto con el colofón de una gran comida con ellos.

 

 

Volvía a ponerme un dorsal justo después de dos meses de mi última carrera. Realmente, venir aquí no entraba en mis planes hasta hace unas semanas. Javi tenía unos días libres y nos apetecía hacer una escapada por la zona de los Alpes franceses. Buscar montaña, fresquito, disfrutar de la bici en unos de los paraísos ciclistas, desconectar… Ciertamente, no tenía ningún plan después de Roth. Iba a ir construyendo la segunda parte de la temporada sobre la marcha (si la había).

Han sido dos meses “diferentes” y alejada de mi rutina habitual. Primero por un descanso necesario, luego por una lesión que se fue complicando y alargando y que me robó mucha energía. Se fueron sumando una serie de circunstancias que me dejaron tocada tanto a nivel físico como anímico y decidí (por el momento) dejar de “entrenar” (no de hacer deporte). Le dije a Carles que no me marcara planificación, prefería hacer lo que me apeteciera y fuera surgiendo. Prefería entrenar con Javi y ayudarle en su preparación para Kona. No me apetecía estar pendiente de números, de watios, de ritmos, de dieta, de peso, de suplementación, etc. Tomarme las cosas de otra manera, básicamente.

Cuando Javi me planteó nuestra escapada, surgió la idea de venir a Gerardmer. Un triatlón que llevaba tiempo persiguiendo y que, cuando quise venir, se quedó en el aire por culpa del Covid. Reconozco que estaba baja de ánimos y mi estado físico no era el mejor. Sin embargo, tenía ganas de buscar nuevos retos, nuevas aventuras, tenía ganas de volver a competir. Me picaba el gusanillo. Así que aquí estaba, con lo puesto.

Sabía que no iba a ser muy competitiva. Sabía que no estaba para disputar la carrera. Así que la que se presentó ese día en la línea de salida no fue la Judith Pro sino la Judith amateur. Sé que no existe la una sin la otra. Y quizá os parezca ridícula esta premisa, pero no lo es para mí. Me ayuda a mí misma a tener claro el objetivo que me planteo en cada momento, el punto donde estoy. Me ayuda a no perder mi esencia, mis principios.

Reconozco que con el planteamiento que hice cometí varios errores. Más allá de las fuerzas o de las ganas. Desconecté demasiado y eso hizo que me olvidará varias cosas importantes. Quizá menosprecié la competición, o mejor dicho: la preparación. Y minutos antes de la salida me seguí lamentando por ello. Hasta me plantee si empezar o no. Y más viendo la que estaba cayendo antes de comenzar y el frío que tenía. Sin embargo, no quería dejar de hacerlo.

La natación fue muy dura. Salimos todos juntos en masa. Los profesionales estábamos colocados en la fila delantera pero la salida fue en conjunto. En los primeros metros recibí un fuerte golpe en la nariz que con el frío que tenía, se acrecentó el dolor. Y solo unos metros más tarde, recibí un puñetazo en el ojo. No solo me provocó un corte en el párpado, sino que me saltaron las gafas y tuve que parar a ponérmelas como pude con miedo a que me arrollara la multitud. Costó gestionar eso y más cuando sientes que no estás en tu mejor versión para luchar contra ciertas adversidades. <objetivo: acabar, objetivo: acabar…> Me repetía brazada a brazada. Conseguí llegar viva a boxes. Seguro que pensáis: ¿No dices que ibas como ameteur?, pues toma salida conjunta. Cierto. Toda la razón y mi admiración por los que salís en masa y os peleáis en el agua. Pero estaréis conmigo que una cosa es recibir golpes inevitables y otra cosa es esto. Javi, lo primero que me dijo al acabar fue: ¿qué te ha pasado en la cara?

El ciclismo no fue menos duro. Sin embargo, más allá del desnivel del recorrido, la dureza la puso la lluvia. Diluvió prácticamente de principio a fin. Así que, si en circunstancias normales ya sabía que iba a pasar frío, con la lluvia aún más. Iba preparada para sobrellevar las inclemencias del tiempo de la mejor manera. Como nunca antes había hecho. Me demoré mucho en la transición, pero me tapé por completo. Objetivo: acabar. Acabar y no caerme. Así que eso hizo que me tomará la bici con mucha calma. No son escusas. Es cierto, que hice una bici muy lenta y muy mala comparada con mis rivales. estuve fuera de carrera en todo momento. No di la talla ni subiendo ni bajando. Falta de fuerzas, de confianza… Tocó tirar mucho de psicología.

A pesar de eso disfruté en varios momentos del recorrido y sobre todo de la primera subida de cada vuelta donde se colocaba la gente formando un pasillo. Al igual que en Zarautz y Roth. Como molan estás cosas. Y encima en esta con “musicón”. Esa parte fue muy guay.

El peor momento lo viví en una bajada, justo cuando se calló el triatleta de delante. Patinó por completo y aún no sé cómo lo pude esquivar. Qué mal trago. Es de esos segundos que cierras los ojos sabiendo que también te vas al suelo, pero por suerte: lo salvé. No me lo merecía. Después de todas las precauciones que había tomado no merecía caerme. Y menos por culpa de otro. Suerte que era en el kilómetro ochenta y quedaba la parte final, si no me hubiera retirado porque eso me dejó muy tocada y aún me resto más seguridad. Lidié con el frío y la fuerte lluvia los últimos kilómetros del tramo ciclista, pero por fin veía la opción de llegar a la T2 y de hacerlo entera.

La carrera sí que fue un disfrute. Solté toda la tensión que llevaba dentro. Conseguí relajarme y correr con fuerza. Esas fuerzas que no tuve antes en ningún otro momento, o que no supe sacar. Y a pesar de que no sirviera de nada correr rápido, tenía ganas de hacerlo. –Están todas muy lejos. Me dijo Javi nada más bajarme a correr. Me lo imaginaba. Aunque tampoco me importó mucho. Yo solo quería correr y liberarme. No miré el reloj, corrí con lo que tenía, corrí con todo. Me fui creciendo. Necesitaba exprimirme. Me apetecía hacerlo. Por mí y por Javi. Debía demostrarle que a pesar de mis malas semanas, de mi mal día, de mi mala carrera. Iba a luchar hasta el final y no sólo no me iba a retirar sino que no me iba a dejar llevar corriendo a pesar de no tener nada más que hacer.

Aunque sí que lo tuve. Adelanté a cuatro chicas en la carrera a pie y a tres de ellas fue en los tres últimos kilómetros. Así que contenta de no tirar la toalla hasta el final y satisfecha por ello.

Estoy orgullosa de haber cumplido mi objetivo: acabar. Y contenta de haber venido finalmente porque es un triatlón muy bonito, con sello propio, con buen ambiente y ha valido la pena.

Gracias a Javi por su apoyo incondicional. Y gracias a Javi y Aline por venir a animar y por vuestra cercanía, ha sido un placer conoceros.

Ahora a disfrutar de unos días de ruta y desconexión. Ahora próxima y última parada de la temporada: europeo de media distancia en Bilbao. Sinceramente, dado mi estado actual, me he planteado varias veces el ir o no. No por mí, sino por respeto a mi selección. Pero considero que es un premio que me he ganado yo y que me lo merezco.

Llegue como llegue y salga como salga.

(PERDONAR PERO ES QUE NO TENGO NINGUNA FOTO DE CARRERA)