3.30h de la madrugada. Noche post carrera. Imposible dormir. Una vez más las emociones no me dejan. Euforia aún por las nubes y la necesidad de escribir e intentar plasmar mi última experiencia vivida en competición.

70.3 de Lanzarote: Una de las carreras más importantes de la temporada por varias circunstancias. Tanto es así, que me reservé una semana de mis vacaciones laborales exclusivamente para esta prueba. Quería prepararla bien. Quería, sobretodo, conocer el circuito ciclista. Eso, con un día me bastaba, pero como no era plan de hacerlo solo 2 o 3 días antes, decido cogerme la semana entera para poder hacerlo el lunes y el resto de semana descansar. Que lujo es esto de dedicar toda la semana a la competición; entrenar en el lugar donde compites, preparar bien la carrera y no hacer otra cosa que descansar el resto del día. A lo Pro total. ¡Gua! Nunca había dormido tantas horas en una semana. Sin duda, llegaba más descansada que nunca.

El lunes Javi y yo hicimos el recorrido. Ninguna sorpresa al comprobar que el viento iba a ser lo más duro de la prueba. Os aseguro que estás deseando que llegue el puerto, subir y dejar de luchar contra el aire en rectas infernarles donde ves que no eres capaz de aguantar ni los 30kms/h. Pero, a mí, no era eso lo que me preocupaba, no era la dureza, sino el peligro.  Las ráfagas y el viento soplando de costado te hace sentir que te puede tirar o sacarte de la carretera; sobretodo bajando, donde coges velocidades muy altas. Me di cuenta que había hecho bien en no traer perfil en la rueda delantera y también me di cuenta que había ganado en experiencia desde la primera vez que competí aquí (en noviembre del 2014 en el Oceanslava), donde sufrí mucho y pasé miedo.

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Lunes. Deberes hechos y plus de confianza. El resto de semana muy tranquila con entrenos suaves. Pudimos aprovechar las instalaciones de La Santa. Que, aunque no te hospedes allí, el triatleta tiene acceso toda la semana. Qué gozada de sitio. Impresionante.

El miércoles llega nuestro amigo y supporter Alberto y jueves nuestros padres; así da gusto competir. También Juanjo que estará en carrera como medio. –que ilusión-.

Jueves. Nado con Víctor en el circuito de natación (el único que me faltaba por conocer). Ya se respira tri y empiezas a ver compañeros y caras conocidas. Empiezan los mensajes de ánimos y las mariposas en el estómago. Las rivales van apareciendo, trayectorias de vértigo detrás de varios se esos nombres que apenas conozco. Algún rostro conocido, algún nombre que me suena… todas extranjeras menos yo –y eso que corro en casa– aunque ya sabemos que Lanzarote es muy internacional (como todo el circuito Ironman, obviamente). Yo partía con el dorsal 19, eso quería decir, la novena fémina, pero quería luchar por llegar al pódium.

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También algún curriculum manchado por positivo. Hasta con pena de tres meses de cárcel por intentar sobornar al del control. ¡Alucinante! Tolerancia 0 con el dopaje. Qué, casualidad o no, resultó ser la ganadora de la carrera.

Es cierto que también hubo alguna baja importante de última hora. Como la de Lina Thams (tercera en Zarautz) que tuvo una caída a principios de semana. Pero allí estuvo animando como la que más. –¡thanks Line!- Gran persona, espero que se recupere pronto.

Sin más preámbulos y dejando de lado las rivales. Llega el sábado, llega el momento de competir. –Por fin-. Total, yo debía hacer mi carrera como siempre. Además, los pronósticos, en estas carreras, de poco sirven.

8.00h empieza la carrera. Salida conjunta de chicos y chicas Pros que hace que me lleve algún golpe y agarrón al principio, pero decido rápido apartarme del meollo para poder nadar. Eso hace que se me escape ya en los primeros metros el grupo de cabeza, y en cuestión de 100 metros me quedo más sola que la una. Natación muy cómoda en solitario, obviamente, pero sin referencias de ritmos ni rivales. 28’23” (no lo sé hasta final de carrera, nunca llevo crono en el agua). Tiempo lento en comparación con otras carreras, pero ya sabemos que eso no sirve de mucho. Además, fue sin neopreno. Eso sí, yo enfundada en mi Sailfish Rebel.

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Sin saber cómo voy (iba 4ª), salgo junto a la austriaca (la ganadora) que ya me pasa en la transición y veo como se esfuma en los primeros kms de ciclismo. Pero hoy más que nunca era importante regular y dosificar en la bici, no podía quemarme tan rápido y menos por seguir a la favorita que, por desgracia, aún se me queda lejos de mi alcance. Esencial potenciómetro en una carrera así, bueno, todo llegará.

En los primeros kms ya se me escapa una sonrisa sabiendo que tenía por delante casi 3h (eso calculaba) muy divertidas. La risita era irónica, obviamente. Muy preparada psicológicamente para ello y por suerte, el factor físico también me respondió. Buenas sensaciones desde el principio. Aunque inevitable ya llevaba el pulso alto y las piernas acartonadas.

Me pasa Victor en Soo, nos deseamos suerte. -Lástima que no pudo acabar finalmente la carrera, que mal me sabe. Espero que se recupere para el Ironman Barcelona de este fin de semana-. Me pasa algún otro pro y yo aun intentando buscar mi sitio en los primeros kms, intentando buscar alguna referencia, visualizar alguna chica. No sabía cómo iba, además el ansia siempre me puede en los primeros kms.

Paso Famara y empieza uno de los tramos más duros de la carrera, una de esas rectas con toboganes sin fin (unos 10kms). Me sorprendo de no ir tan mal de ritmo –incrédula, lo peor vendría a la vuelta- pero mi sensación era que llevaba el aire en contra. Es lo “jodido” de esta isla. Pero iba bien porque de Famara a Teguise paso a dos chicas. No sabía cómo iba, pero intuía que en posiciones de pódium ya, -o eso quería creer-. Luego supe que iba tercera, aunque en ese momento creía que me había puesto segunda. –¡Que mal había nadado! O que bien el resto, o ambas-.

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El circuito además de ser duro, y ser una vuelta larga donde te alejas de La Santa, está abierto al tráfico y eso hace que no haya apenas público, pero mis padres y mis suegros se desplazaron en coche hasta un punto para vernos pasar. Casi en el ecuador de la carrera, cuando las fuerzas empiezan a mermar y ya te has cagado 200 veces en el aire. Emoción al verlos y depósitos de adrenalina llenos que me ayudan a seguir tirando con fuerza.

Después de colocarme tercera, poco antes del km 30, me quedo sola. De nuevo a luchar en solitario sin ninguna referencia, con lo difícil que es en una carrera así. No sabes si vas lenta o rápida, si poner un piñón más o menos, si regular o subir velocidad… –total, este aire te destroza igual a 30 que 32km/h-. Pero por fin llega el puerto. –SI es que os lo digo, en esta isla prefieres subir que rodar-.

Puerto largo pero llevadero, seguían las buenas sensaciones, buscando un buen ritmo sin vaciarme. Me cantan que voy tercera, a unos 2’ de la segunda, que pude ver algún momento a lo lejos pero que parecía que se alejaba más. Lo importante es que estaba abriendo hueco por detrás, y aunque quedaba mucha carrera aún, estaba en la posición deseada y tocaba defenderla con uñas y dientes, como siempre.

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Bici de coco total, me pasan puntualmente algún Pro rezagado y algunos grupos de edad, aunque rápido se van. Yo sigo a lo mío. Sorpresa cuando escucho mi nombre en las últimas curvas del puerto y veo a Santi y su novia –que ilusión-. Ya no dejaron de animarme hasta el final. –¡Muchas gracias pareja!-.

Toca bajar, supero con nota el descenso. Sobre todo, porque voy sin miedo y sin ningún susto, a pesar de que el viento juega conmigo a su antojo. Pero –no te emociones que nos quedan 20 duros kms– donde toca volver a Famara y ahora sí que sí, el viento iba en contra. Supervivencia, sin más. Pensar en “que poco que me queda” y no ”el aún falta”.

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Kms finales donde se me escapa una sonrisa de satisfacción, esta sí que es de felicidad. Contenta de mi sector ciclista y sobretodo orgullosa de haberlo defendido tan bien en todos los aspectos. Sabiendo que había sido un día duro en la isla, con viento fuerte (rondando los 36kms/h). Ximo que no falla nunca a esta cita corroboró que había sido uno de los días más duros. Por cierto, que ilusión verlo y competir junto a él.

Encarando ya la T2. Con el acojone en el cuerpo por los 21km, inevitable. Y más después de una bici tan exigente. Pero, desde las primeras zancadas supe que iba a salir una buena carrera, se nota. –Qué curioso, hay días que te reservas más y no vas ni para atrás y otros, que corres mejor que nunca cuando menos te lo esperas-.

Pero, ¿cómo no iba a correr bien?, si fue el público el que me hizo volar. No puedo describirlo, vaya, no sé ni cómo hacerlo. La Santa y sus alrededores era una olla de gente que se dejaba la piel animando. Kike que había venido expresamente –imposible encontrar suficientes palabras de agradecimiento, Line, todos los voluntarios, corredores con los que te cruzas y se dejan el poco aliento que les queda para animarte. Amigos, conocidos, seguidores…Mi familia, que vibró y sufrió con mi carrera a partes iguales, sobretodo mi madre. Qué bonito ver esa mirada protectora. Y mi padre, que me transmite siempre fuerza y confianza. Cruzarme con Javi en cada vuelta, ver que, aunque esté sufriendo, está bien y me grita y me anima cuando casi no puede ni sostenerse. ¡Las carreras no tendría sentido sin esto!

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Como no, nuestro supporter enviado especial Alberto, – ¡Gracias! – Gracias por empujarme en cada vuelta para seguir luchando por esa segunda posición. Sí, porque no es penséis que me bajé tercera y no se movió la cosa, sino que fue una de las carreras más surrealistas y emocionantes que he vivido.

Me bajé a 1’20 de la segunda, yo la veía desde el principio y veía que se iba quedando. Es cierto que salí fuerte y que Alberto me decía de parte de Álvaro que regulara, pero, no le hice mucho caso. – ¡lo siento, coach! – Me encontraba fuerte, sabía que podía llevar un ritmo alto y que ella se iba quedando. Además, el público me animaba y me decía que iba fundida.

Pues eso parecía, pero, ¡no! Jugó conmigo como quiso. La pasé en mitad de la primera vuelta y lejos de quedarse, se pegó detrás, justo cuando llevábamos aire en contra. Paso por vuelta juntas y me mete un cambio de ritmo al empezar la segunda que me desfonda y decido regular. Sino si que quizás estaba yendo demasiado rápido. Además, empiezo a tener problemas nuevamente con las plantillas de las zapatillas que se me ladean y hasta se me pasa por la cabeza parar y recolocarlas sabiendo que la cuarta venia lejos y que esos segundos que pierda me beneficiarían si corría cómoda. Pero mientras dudo si parar o no, veo que vuelve a aflojar el ritmo. Poco a poco la voy pillando, y justo cuando le doy caza, veo que se para, hasta le hice un gesto de ánimo, pero no, más lejos de la realidad solo quería ponerse detrás, volverse a resguardar del viento y acabar la segunda vuelta de nuevo como si fuese mi sombra. Yo no entendía nada, pero estaba disfrutando de la carrera, de estar luchando esa impensable segunda posición y de correr como lo estaba haciendo. El público también vibró con nuestro emocionante duelo y nos lo transmitían. Yo estaba eufórica, los kms iban cayendo. Parece que el dolor físico pasó a un segundo plano y esto ya era estrategia pura.

Última vuelta de infarto. No por el ritmo alto, porque más bien bajó, a consecuencia que ninguna quería tirarya de la otra. Mano a mano, corriendo codo con codo, sin saber si se estaba muriendo o reservando. Subo un poco el ritmo y me pongo delante en el giro ya de vuelta a meta (últimos 3kms). A consecuencia de ello, se enfada porque al estar delante he cogido el vaso de Coca-Cola que nos ofrecen los voluntarios y ella se queda sin. Se lo cedo. ¡Sin problemas! Hasta ella se sorprende de mi actuación, pero para mí la deportividad está por encima de todo.

En ese momento se vuelve a poner a mi altura y me dice en medio inglés (era Polaca), que tranquila, que la cuarta no nos pilla. Vaya, que regulara y que esto tenía pinta de sprint final. Muy bonito, pero no era plan de dejar ir mi carrera. Además no sabía si eso era un “yo voy justa”. Decido volver a subir ritmo, me aguanta, sigue el mano a mano. Hasta que en la subida que nos hace entrar en el recinto de La Santa, en los últimos 500 metros, me pega un cambio de ritmo fuertísimo que, aunque lo lucho a muerte, me veo incapaz de aguantar. En cuestión de segundos me coge metros que soy incapaz de recortar. Duelo finiquitado que a pesar de todo me hacen conseguir una luchada y meritoria tercera posición.

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Súper contenta con la carrera. Con todo lo vivido que es mayor recompensa que la posición final. Agradecer a todos los que me han animado, aquí o allí. A todos los que me escribís para mandarme ánimos o felicitaciones que siguen llegando. Felicitar a el Club La Santa por la inmejorable organización y a todos los que forman parte de ella como son los voluntarios y trabajadores. En especial a Isabelle y Kenneth por su encanto y cercanía.

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Mención especial a Almudena Abad que con 18 años recién cumplidos debutó en media distancia nada más y nada menos que en Lanzarote y con un carrerón. –Me hiciste emocionarme mucho con tu admiración hacia mí. Ahora soy yo la que te admira a ti-. Y a los paratriatletas que ellos sí que tienen mérito luchar en esta isla.

Agradecer a todos mis sponsors y colaboradores por su ayuda y apoyo. La temporada va llegando a su fin. Me queda solo el Challenge Paguera el 15 de octubre. Con ilusión de acabar la temporada con la regularidad que estoy teniendo.

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