MAL DE ALTURA

Poco más de un mes ha sido el que me he tomado para retomar la competición después de finalizar la primera parte de la temporada.

Con ganas de volver a competir, y colgarme un dorsal de nuevo, llegaba a Andorra el pasado sábado. No era una carrera que entrara en mis planes a principios de temporada y aunque a priori decliné la invitación con un “NO” rotundo, lograron persuadirme. Si dije “NO”, fue porque sabía que íbamos a nadar en aguas muy frías y eso mi cuerpo no lo lleva nada bien. Los argumentos de que era una bici hecha para mí –debido a su dureza–, finalmente me convencieron.

No iba mal desencaminada y efectivamente el agua estaba más que fría. Tanto que incluso, el día previo a la carrera, había dudas de si se podría nadar. La norma dice que por debajo de los 14 grados se prohíbe la natación (para algo están las normas). Es cierto que a mí me beneficia nadar, soy buena nadadora, pero por encima de todo está mi integridad física.

Tremendo dilema el que te creas tu solita: «Prefiero nadar. Pero, no quiero pasar frío». «Si nado: ¿Seré después capaz de frenar y cambiar piñones o plato con las manos tan frías?».

Era una difícil elección. Pero, por más alternativas que te crees en tu cabeza…, de poco sirve. Yo misma me decía: «Cuando lleguemos al lago la mañana del triatlón haremos lo que decida la organización».

No valía la pena darle vueltas y mucho menos buscar pros y contras. Aunque es inevitable.

Llegué a la carrera con ganas. En el momento que decidí ir. No conocía el cartel de salida, pero poco a poco fueron desvelando nombres y como siempre. Estábamos casi todas. ¡Si es que ninguna nos perdemos una!, y más si está cerca de casa. Dolça, Anna e Ivet, que finalmente no compitió. Una vez más, presión y lucha asegurada por estar en cabeza. Pero, como siempre digo, los “miedos”, y circunstancias de la carrera, hacen que la clasificación pase a un segundo plano.

Tarde, y noche previa, llena de nervios y respeto por saber lo que nos deparaba la carrera. Por el miedo a esa agua tan fría, la espera a que comunicaran si se nadaba y cuánto. Aunque parezca mentira, era mucha la tensión por si no se nadaba, o no, y cómo se efectuaría la salida (todos queremos estar delante, pero sin jugarnos el tipo. Y más cuando se empieza bajando). No parábamos de comentar la jugada entre compañeros y entre mi cuñado Jordi, Javi y yo. Los tres competíamos. Nuestros familiares estaban cansados de escucharnos, y también estaban algo asustados.

Para variar…, pocas horas de sueño, pero llegó el momento. En el autocar que nos llevó hasta la salida se respiraba incertidumbre. Nervios por conocer la temperatura del agua y la decisión de la organización. Risas tímidas entre los compañeros del Rctri que estábamos allí y con el resto de amigos: David, Sergio, etc…

Los minutos pasaban mientras preparábamos todo en boxes. Lo bueno que tenía esa carrera, (habituada ya a los halfs), es que la logística es más fácil. Un gel y un bidón Recuperat-ion para la bici y nada más de qué preocuparse –aparte de pedalear–.  Las Newton y la visera las tenía preparadas en la T2 «esperemos encontrarlas sin problemas» (Me decía yo misma). Me había dejado unos calcetines en cada transición. En distancias cortas no hace ni falta, pero entre el frío y mi sensibilidad en los pies… (Soy muy delicada en eso, ¡qué le vamos hacer!) Aunque pierda uno segundos en ponérmelos…, me beneficia. La idea era calzármelos en la T1. Pero, por si el frío y los nervios no me dejaban, tenía otros preparados en la T2. Aquí cada uno usa su táctica.

En ese momento, la organización nos anunciaba por megafonía lo esperado: que el agua estaba muy fría, rozando los 13 grados, y que se iba a nadar, pero “solo” 750 metros. ¡Ya está! Venía mentalizada para eso. Yo tenía claro que intentarlo lo iba a intentar, si luego veía que en el algún momento mi cuerpo se bloqueaba y que no era capaz de seguir… pues… se habría intentado al menos.

A escasa media hora ya de la salida, me unto de crema calentadora, por si servía de algo, aunque creo que no de mucho, o mejor dicho, de nada. Al ponérmela no noté ni pizca de calor. No sé si era la crema que era mala, o esto ya es algo psicológico.

Me coloco el neopreno y, aun con margen de tiempo, me voy con Javi hacia la salida. Quería probar el agua. A diferencia de muchos, que querían evitar estar más tiempo dentro del agua que el de la prueba, yo prefería meterme y calentar un poco. Mi experiencia me dice que mi cuerpo necesita habituarse y conseguir calentar los pulmones y controlar la respiración. Aunque ¡No había Dios que se aclimatara a aquello! Horrible.

Reconozco que me costó meter la cabeza menos de lo que me pensaba y que era capaz de respirar, con mucha dificultad por eso. Lo peor fue la cara. Me dolía mucho con aquella agua tan fría; y la cabeza parecía que me iba a estallar. «¿Dónde me he metido?», O mejor dicho: «¿Dónde nos estaban metiendo?». Por supuesto, manos y pies blancos y sin sensibilidad alguna. Pero…, con eso…, ya contaba.

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Junto con Javi, Lucas, Robert y Carlitos en la rampa de salida, comentamos las mismas sensaciones al entrar en el agua ¡Iba a ser muy duro! «¡Por favor!, que empiece ya… y que se acabe también!». Con Carlitos (amigo y uno de mis compañeros habituales de entreno) habíamos hablado previamente de intentar ir juntos. Luego, una vez sonase la bocina: “si te he visto no me acuerdo”. Siempre da seguridad tener una referencia. Además, Carlitos en bici está más fuerte y sabía que no iba a poder seguirlo.

Nos mandaron que fuésemos entrando en al agua. Me despido rápido de Javi y me meto en el lago. Nado hasta la línea imaginaria de salida y me coloco con Carlitos justo delante de la primera bolla. La gente se iba hacia la izquierda «mejor para nosotros –pensé». Quería ponerme delante, pero no quería que me agobiaran. Si ya me iba a costar respirar, imagínate con golpes y agarrones.

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La gente empezaba a adelantarse de la línea de salida, como ocurre siempre, pero esta vez nadie lo impedía y empezaba la cuenta atrás. La organización era consciente de lo mal que lo estábamos pasando allí metidos. ¡Al menos iba a ser rápido! Yo no iba a ser menos… también iba avanzando, tímidamente, como todos; a pesar de que seguía la cuenta atrás.

Y por fin…, bocinazo y a darlo todo. Salí muy fuerte. Empecé bien, siguiendo la estela de Llobet que rápido se alejó. Sin golpes y sin gente. «¡Qué bien, ¿Dónde estaban todos?». Aquello me dio confianza. Aun así, en cuestión de dos o tres minutos, empecé a notar a la agonía. ¡Uf! Como os explico lo que se siente. De repente te falta el aire y no puedes respirar. Quieres que, ese poco aire que coges por la boca, llegue a tus pulmones, pero parece que nunca llega. Los nervios y el agobio aumentan y te viene un momento de pánico. Crees que te ahogas, que no puedes respirar, que necesitas pararte. Creo que eso nos pasó a todos. Por suerte, yo supe controlarlo y quedarme solo en el agobio y no ceder al pánico. Ese día, el temple que otras veces no tengo, se hizo presente.

Superé la primera bolla y empecé a encontrar gente, pero yo ni sentía los golpes, ni sabía que parte de mi cuerpo movía, ni cómo. Mi cuerpo estaba totalmente gélido, adormecido. Eran sensaciones extrañas, desagradables, pero mi cuerpo seguía y parecía que los metros iban pasando. Fue muy rápida: 12’50” de natación. Eso no es nada. Sin embargo, en esa situación, se te hace eterna ¡Agónica!

Salgo del agua como un zombie. Corriendo fuerte por la alfombra verde, creyendo que ese ritmo alto me va hacer entrar más rápido en calor. Varios resbalones que casi me hacen ir al suelo. Seguía sin sentirme los pies…, ni las manos. A duras penas me podía ir bajando el neopreno. Entro en boxes medio atontada. Suerte que la Unîca se ve bien y me guía rápido hacia mi sito.

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Parecía que lo peor ya había pasado, pero no. Consigo quitarme el neopreno. Veo que soy la primera chica en boxes y decido colocarme los xwin. ¡Buf!, no era capaz de meter el pie en el calcetín ¡Qué horror! Mientras me peleo con ellos, veo que los chicos van pasando rápidamente. Hago caso omiso y sigo con mi lucha. Voy a por el casco y veo que Anna ya entra en boxes. Llega a mi lado y me dice: «¿i Dolça?, ¿Que li ha passat?».

Era muy raro que Dolça no hubiera llegado. «¡Esperemos que este bien! – me dije». En ese momento veo que mis manos no me responden y que no era capaz de hacer el “click” en el broche del casco. Le dije a Anna: «¡no em puc cordar el casco! ». A Anna poco le importaba, jejeje, pero el pánico me hizo compartirlo en voz alta. Era importante un escape en solitario y evitar que Anna, o cualquier otra rival, pudiera intentar seguir mi rueda. Ese pensamiento me dio la fuerza justa para conseguirlo, y… por fin…, pude abrocharme el casco, coger la bici y salir de boxes. Instante en el que veo llegar a Dani y salir corriendo a Carlitos delante de mí. Aunque él no me vio, y yo no tenía fuerzas para gritarle. Además, era tontería llamarlo cuando en la primera curva del descenso lo hubiera perdido de vista.

Rampa durísima para salir de boxes. Momento muy crítico notando como no me respondían los pies y me resbalaba en cada paso. Consigo subirme a la bici, pero con mucha dificultad para meter los pies en las botas. Fue muy duro ese momento.

«¡Venga Judith que ya estas pedaleando!». Me intentaba convencer de ello porque mis piernas no enviaban mensaje alguno a mi cabeza. No sé si fue el frío que me congeló las neuronas, entre ellas las del miedo, o el afán porque Anna no me alcanzara, aun así, empecé el descenso más confiada de lo normal. En solitario hasta que me alcanzo Alex y me hizo de guía. (Muchas gracias Zanu). Es lo bonito de estas carreras: sentirte ayudada por amigos y compañeros.

Con él completamos la primera parte del circuito y me llevó rodando hasta pie de puerto. Aunque, en un par de las curvas finales me derrapó un poco la rueda trasera (y eso que tampoco bajé fuerte), conseguí superar con creces la bajada y solo nos alcanzaron dos chicos. «Ahora sí que has pasado lo peor – me dije a mi misma». Se me escapó una leve sonrisa de satisfacción. Esta es la recompensa de las carreras: superar retos, vencer miedos y luchar por intentarlo siempre.

Empezaba el puerto. Ahí dejé a Zanu y puse a mi ritmo. Ritmo alto pero llevadero. Malas sensaciones al principio debido a la frialdad muscular pero poco a poco fui recuperando sensaciones (menos en los pies que seguían congelados – que incómodo es eso).

1h02’ de ascenso donde sufrí y disfruté a partes iguales. Era duro, pero me fui viniendo arriba al ver que iba ampliando ventaja con mis perseguidoras y comprobar que solo me pasaron tres chicos en toda la subida. Uno de ellos fue Alber que, como siempre, me animó y me dio confianza diciéndome que iba sola y que podía regular. ¡Como alivia eso! Realmente disfruté mucho de este sector; motivación alta sabiendo que estaba haciendo una buena carrera.

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Últimos metros hacia la T2 y escucho a mi sobrina Laia que, gritando, escucho que dice: ¡LA TIETA!

Emoción máxima. El público que empieza a aplaudir, a animar y a murmurar: “es una chica, que pasada”. Eso era que no iba tan mal respecto a los chicos. Veo a mi hermana con mi sobrina Júlia en sus brazos, a mis suegros que, una vez más, habían venido a animarme. Y a mis cuñados que se estrenaban como público. ¡Qué guay!

T2 aparatosa porque mis pies seguían congelados y me costó quitarme las botas. Casi me voy al suelo. Consigo poner pie a tierra y entrar en boxes. Me cuesta lo mío encontrar mi dorsal en la barra y pierdo algunos segundos en calzarme las Newton. Tenía margen, pero no podía perder tiempo.

Empiezo a correr o mejor dicho: empiezo a intentar correr  ¡Guau!, pero si esto era peor todavía! ¡Uf! Aunque no iba mal de piernas, la dureza del terreno y la altura (a 2000 de altitud, y a más 300 más de desnivel en carrera) hicieron que fuera agónico. No llevaba ni un kilómetro y ya estaba hiperventilando. No conseguía controlar la respiración ni el pulso. «¿Qué me pasa?». Fue otros de los momentos críticos del día, por si hubo pocos.

Mi cabeza me decía que no podía. Aparecía el demonio pidiéndome que me parara. Diciéndome que eso era demasiado duro. Pero el angelito impuso la lógica convenciéndome de que eso estaba hecho. Tocaba sufrir y luchar, pero si todo salía bien, la carrera estaba ganada. Aunque siempre te entra el pánico al comprobar que no vas demasiado bien y que tus perseguidoras te pueden alcanzar. Tocaba convencerse de que tenía ventaja y que ellas también sufrían. Y que, aunque me recortaran, podía mantenerme en cabeza.

No se veía a nadie, ni por detrás ni por delante. Primera vuelta en solitario que, gracias a Aron e Ivet, que me guiaron en un par de ocasiones, evitaron que me perdiera y me desviara. ¡Gracias!

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Quedaba completar una vuelta más sabiendo lo dura que era pero ya con la cuenta atrás en mi cabeza. Segunda vuelta que, aunque seguía sin controlar la respiración, se me hizo un poco más amena al encontrar a mucha gente. Todos los que empezaban a correr. Gonzalo, Sensitri (que iba muerto y lo animo), Marc, Jordi Olivella etc…Todos me miran sorprendidos de lo ahogada que iba. Pero, gracias a esos ánimos, me vengo arriba, le doy un poco más de ritmo a la carrera, y voy adelantándolos. Al menos para que creyeran que, esa respiración tan exagerada, era por el sobreesfuerzo que estaba haciendo.

La emoción aumenta cuando veo a Javi delante ¡Guau! Empiezo a correr más fuerte para alcanzarlo (Siempre es agradable encontrarte a tu pareja en carrera). Y…, si le pillo… y le doblo…. mejor, Jejeje (es parte de nuestro “pique sano” que día a día nos hace luchar). Pero no pudo ser. Se me fue un poco en la bajada. Aunque, justo en el cruce que me llevaba para meta y a él para el inicio de, su segunda, y última vuelta, le grito: «Cariño…, vamos…, ¡Ánimo!».

Él, como siempre, con esa alegría permanente, hasta se paró un segundo para verme y animarme, contento de que yo iba en cabeza y que ya lo tenía hecho.

Metros finales donde respiro aliviada y muy satisfecha de completar una de las carreras más duras que he hecho. Y una de las más bonitas, también. Feliz de llegar a meta en primera posición (primer triunfo de esta temporada). Contenta de ver a mi familia y a las chicas del Rctri aplaudiéndome y felicitándome. Ilusionada de haber luchado y completado este triatlón que pude vivir con muchos amigos y compañeros (con muchos de los cuales hacía tiempo que no coincidía). Y agradecida de que Núria y Pere subieran expresamente a verme.

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La resaca aún dura, el dolor de pies continúa. Con ganas de olvidar el frío que sufrí me voy al 70.3 Filipinas. Esperemos que el calor se nos dé mejor.

Gracias a los Andorra Outdoor Games por la invitación y el trato recibido.

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Esta carrera no la hice yo, aún no puedo decir que soy «finisher», pero la viví como si estuviera compitiendo. Muchas emociones que me hicieron sentir todos los compañeros y amigos del equipo RCtri. En especial mi pareja, Javi, quién bordó un carrerón en su segundo IM. Es el quién os narra en primera persona su experiencia.

LA CARRERA DE MI VIDA

Día 19 de junio de 2016. Yo, mi cabra, la lenticular y rampas de más del 15% en el stage de Alvaro Rancé en Puigcerda. Así era como me veía a una semana del Ironman de Austria; el cual era mi objetivo del año.

La semana, como siempre, empezaba con dudas, <me habré pasado en Puigcerda, iré bien entrenado, me pasará lo del Ironman de Niza…> Los entrenos estaban hechos y, aunque a lo largo de la temporada he tenido algún que otro parón, iba con más confianza que nunca.

Jueves 23 de junio. Sant Joan. La expedición Rctri se pone dirección Viena. Por ahora cero nervios y muchas risas; lo que hace que los días pre-Ironman se hagan mucho más llevaderos.

Día 24. Cogemos coche y, ahí sí que sí, dirección a Klagenfurt ciudad donde se celebra la competición. Tres horas de coche y por fin estamos en el lago. En el punto de recogida de dorsales. Las banderas de Ironman ondean toda la zona. Bicis para arriba y para abajo, perneras, gorras, corredores y muchas tiendas de deporte hacen que nos metamos de lleno en la competición. Recogemos dorsales. Este añocomo me pasó en Mallorca-, soy AWA, por lo que tengo algún que otro privilegio, como por ejemplo: no hacer cola en la recogida de dorsales y que mi bici esté al lado de la de los pros. Algo secundario que, al final, el día de la carrera, va genial.

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Como os voy contando: todo recogido, y sin ningún contratiempo, viajamos a Sankt Veit an der Glan, pueblo obrero donde tenemos nuestro hotel, a unos 20’ en coche del lugar de la prueba.

Sábado día 24. A menos de 24h del Ironman, vamos al punto de recogida de bicis donde nos esperaba Alex de Tri Transport Bike Con las bicis impecables. Montamos pedales y a dar una vuelta para ver que todo funcione correctamente. Con todo listo dejamos a las suportes las bicis y a correr para seguir activando y ahí… es donde me doy cuenta que la cosa va bien. Las patas no van, pero vamos, que aunque el pasar de 5’30 el km me cuesta horrores, y que en otras ocasiones me preocuparía, en ese momento, esas sensaciones, por la experiencia que voy teniendo, me dieron confianza. En ese día previo a  la carrera poco más que contar, descansando toda la tarde en el hotel y a las 20:00h cenando con toda la familia del Rctri. De cena: arroz y una pizza, lo que me hizo ir a la cama como el muñeco de Michelin, jajaja. Judith creo que se asustó al ver el barrigón que me salió con tanta comida, jaja.

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Ahora sí que sí.  3:30 de la mañana. Toca el despertador y lo primero que pienso es… ¡Dios cómo me jode despertarme tan pronto! Pero… bueno. Sarna con gusto no pica. Ja,já

Bajamos a desayunar y lo de siempre: caras hinchadas de dormir, café, lavabo…

Cogemos dirección al lago y… mejor no podía ir la cosa. A las 05h ya habíamos aparcado y nos dirigíamos dirección boxes.

̶ <Eeeeeeeh Javi, Javi, Jaaaaaaviiii, pero que me pasa que estoy cero nervioso> -me digo. Y es que me daba rabia hasta a mí mismo. Pero bueno, supongo que cuando esté en línea de salida ya vendrán esas mariposas cojoneras que no molan nada y  que te hacen ir al lavabo varias veces.

Bolsas listas y bici a punto para volar literalmente y es que este año iba con la lenticular de mi amigo Oriol Silvestre y me tenía plenamente motivado. Solo con el ruido que hace me hacía sentir como un verdadero pro.

Salgo de boxes y me reúno con las suportes y con mi incondicional Judith: Hago un paréntesis del Ironman, para darle las gracias. Es muy gratificante ir a competir con tu pareja y que, cuando nos vayamos a ver, los dos sepamos lo que se siente y lo que tenemos que hacer para que el que compite esté en las mejores condiciones. Y…  eso… lo hacemos a la perfección.

Andamos hasta boxes. Judith me lleva las bolsas; yo me dedico a andar y a pensar que todo va ir genial y que me voy a salir. Llegamos al césped y comenzamos a ponernos neopreno. 20’ quedan para empezar y los nervios siguen sin llegar. Me unto de vaselina todo el cuerpo y a ponerse el neopreno. Esto ya está hecho y lo único que queda es despedirse de todos y, sobretodo, de Judith. Este momento, no sé por qué pero cuando me abrazó con Judith y le doy el beso, siempre me emociono y se me pone algo en la garganta muy “romanticón”. Nos miramos y me dice: ¡Dale caña cariño. Fuerte! Yo le digo: ¡Bueno: caña, caña…, poco a poco, que es un Ironman!, jaja.
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Rollin Star. Hay gente que no le gusta, pero a la mayoría nos encanta. Adiós a las hostias en los Ironman y “hola” a nadar tranquilo a mi ritmo. Miguel, Eusebio, David y yo, nos colocamos en 1h-1h10’ y salimos juntos. Empieza la cosa sobre las 07am y empiezo a nadar. Las sensaciones buenísimas. Voy rápido y encima pasando a gente. Uaaaa!! Esto es genial. Es que hasta tengo ganas de nadar y todo. Llego a las boyas de giro y sigo bien; incluso creo que me estoy pasando y decido que, cuando me meta en el canal, aflojaré un poco y así llegaré más entero a la bici. Eso hago y entro al canal. Increíble. Por cierto: 1000 metros de distracción total viendo a gente y disfrutando de sus ánimos.

Salgo del agua. 1h 10’ que más tarde me canta Judith. Como lo habíamos hablado, me aparto a un lado justo salir del agua y me quito el neopreno, ya que la transición iba a ser muy larga. Y genial. Cojo el neopreno y lo voy enrollando hasta que llegó a la bolsa de la bici. Una voluntaria me ayuda. Me saca las cosas de la bolsa, le digo lo que necesito y lo demás lo recoge ella. Increíble organización. En 4’ ya estoy encima de la bici.

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En la bici, los primeros km’s vuelo, pero… vamos… VUELO en mayúsculas. Miro media y voy a 38 km/h, y precisamente no había mucha bajada al principio. Pues vamos, tiro millas en bici. Primera vuelta objetivo 2h 35’ y le doy un poco de caña a la cosa. Como y bebo bien. Esta vez me ha salido la jugada genial. Tengo que dar las gracias a Didac Moreno por dejarme probar sus barritas. Estaban buenísimas. Cada 30-45’ alternaba barrita y gel; más lo que iba bebiendo. Este año no quería que las fuerzas me pasaran una mala factura.

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En la bici poco que contar. La verdad que fue genial. Solo destacar que del 120 al 177km nos diluvio, cosa que creo que me benefició bastante ya que tuve que levantar el pie. La anécdota graciosa de la bici es que, en la segunda vuelta, pasé por un pueblo donde me miré en el espejo; como hacemos todos los ciclistas para ver qué bien me quedaban el traje y la lenticular, jaja, con la sorpresa que me vi una panza que casi me tocaba al manillar, jajaja. Sí que es cierto que llevaba un rato meándome, pero pensé que ya iría en la t2. Pues nada, esa panza tenía que desaparecer y, en la primera subida fuerte, me pare a mear y… madre mía. En ese momento me pasó Joaki y creo que me escuchó el grito de placer que hice.

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Venga seguimos volando y ya en la t2 bici en 5h 16’; o sea que todo iba en el tiempo estimado. Cojo bolsa y, como antes, otra voluntaria me ayuda a cambiarme de ropa y a recoger todo en bolsa; Joer que bien. Empiezo a correr. Richard, mi amigo/entrenador, me marcó que fuese a 5’ el km, pero me encontraba bien y fuerte. Las patas me funcionaban y decido clavar ritmo de 4’45 el km y haber qué tal. Justo salir un compañero asturiano, se pone a mi ritmo y me dice que no le funciona el Garmin y que si me importa que Ele marcase el ritmo -por mi genial-. Me da un poco de miedo morirme antes de tiempo, pero es que la sensación de frenarme, para no ir más fuerte, eran increíble. Mi compañero asturiano y yo hablamos bastante y nos dimos ánimos. Aprovechamos para preguntarnos un poco de nuestra vida, jaja, que grande. Hasta el km 14, más o menos, que lo dejé atrás. Y es que estaba volando.

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Veo a las supporters del rctri, y me gritan: guapoooo, jajaja. Y veo a Judith que me da ánimos. Joer, es verla y no tengo otra cosa que decirle que: ¡cariño, clavando 4’43 de media, jaja. Y es que estaba eufórico. Me voy cruzando con los rctris y nos gritamos y nos damos ánimos. Y aquí viene lo mío; y es que es ver a grupos de gente concentrando y empezar hacer aspavientos con las manos para que griten -Dios me encanta-. Me hicieron la ola y, a gritos de hope hope hope, volé y volé hasta tocar la campana del Klagenfurt con toda mi rabia y decir: <ésta es la mía Javi, olé tus webos una vuelta y revientas el crono>. Y así fui. Última vuelta y la cosa no bajaba.  Esperaba el momento en el que el cuerpo me dijese: <hasta aquí  hemos llegado>. Pero no llegaba y yo seguía disfrutando y pensando en el carretón que estaba haciendo.

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Km 32 aproximadamente, acabo el bucle largo y voy dirección donde estaba Judith y las Rctri suportes. Pasó por allí y nos las veo, pero escucho, a lo lejos, ¡cariñoooooo vamossss!, jeje. Pobre, no me había visto con tanto corredor. Levantó la mano, dándole las gracias. Km 33 y veo a Judith pegándose un sprint increíble por el césped para verme. Joer, me emociono. Me dice: <cariño que vas muy rápido nos vemos en meta! Vamossssss!> Dios, no sabéis lo que me pudo llegar a motivar lo que me dijo.

Km 36 y el cuerpo me dice: <¡pero chaval! ¿vas a parar ya, o qué?>, y paso de ir de 4’47 a 5’ y me costaba mantenerlo, pero sabía que me iba a salir. Quedan 8 km y hago lo que más tenía ganas: mirar el reloj y hacer cuentas. Quedaban 45’ para las 5 de la tarde, si había salido a las 7am, podía conseguir ser sub 10h. Uf ahí se me pusieron los pelos de punta. ¡Yo sub 10h!, Era algo impensable, incluso Richard me marcó 10h 18’. Bueno, pues no me quedaba otra que apretar dientes y a por ello. Paso por la campana y le doy más fuerte que antes. Hago que los bares de la zona me griten y me hagan la ola, y es que… ya voy a metaaaaaa.

Km 40. Ya solo quedan 2kms. Veo la meta, pero nos hacen hacer unas vueltas que me matan. Quiero llegar. Quiero ver si lo he logrado. Quiero ver a Judith y a mis amigos.

Km 42. Soy finisher. Llegó al pasillo, 300 metros infectados de gente por todos lados que grita y animan como si se dejaran el alma en ello. La música a tope. El spiker dando gritos y yo diciéndome: <Esto se acababa>. Busco a Judith, pero, con tanta gente, no la veo. Lo único que me queda era levantar los brazos, pensar en todo y en todos y dedicárselo a mi amigo Carlos Vallecillo, compañero que nos dejó antes de tiempo. Lágrimas en los ojos y dolor en el alma. A partir de ahí: pasar la meta.

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Nervios. Por fin, ahora sí. Esas mariposas en el estómago hasta que veo en el marcador Javier Cano: 9h 56’. ¡Diosssss!” Lo había conseguido. Soy sub 10h. Al instante escucho a Judith gritándome: ¡Cariño cariño! Y la veo subida en un montículo rodeada de gente. Voy hacia ella. Me pregunta: ¿Cuánto? le digo el tiempo y nos abrazamos con todas nuestras ganas. Lloramos de felicidad sabiendo lo que ha costado y lo felices que somos haciendo lo que más nos gusta hacer. Maratón en 3h 21’. Todavía no me lo creo.

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El Irnonman de Austria llego a su fin. La mejor competición que he hecho hasta el momento. Lo mejor: el grupo que fuimos. Grupo con el que solo tuvimos risas y risas. Además, todos fuimos finishers, menos Albert Jiménez que el trabajo ya lo tenía hecho siendo el campeón de Cataluña en Ironcat y con un tiempazo.

Quiero dar las gracias a las suporters rctri que estuvieron allí todo el día dándolo todo y dejándose la voz por todos los corredores. A Judith, cómo no, que con las frases que he puesto, un poco más arriba, ya sabréis lo que pensamos el uno del otro. Y a la familia y amigos que estuvieron pendientes desde la distancia.

Un abrazo fuerte a todos.

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Y Mención Especial a mi compañero y, en los últimos años, mucho más que eso. <Carlos Vallecillo: amigo, pensé en ti, y mucho. Estés donde estés, este IRONMAN DE AUSTRIA, es tuyo compañero>.

Y, como bien dijo mi suegro: La luz que se veía en la fotografía, justo al acabar, era para pensar que alguien me estaba protegiendo y ayudando.

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