Una visita a la distancia olímpica.
Mi club me ofrece un dorsal para correr la Garmin de Barcelona y yo, a pesar de no ser mi distancia, venir de correr 4 medios en 2 meses y solo una semana después de Zarautz, le digo que cuenten conmigo.
Un poco locura, pero perder no pierdo nada. Sí que es cierto que llegaba cansada y, aunque suene mal, desganada. No era una carrera que hubiese preparado. No era objetivo y, aunque quería hacerlo bien y darlo todo, como siempre, no tenía ni los nervios típicos ni la motivación de una competición importante. El hecho de que fuese una distancia más corta de lo que estoy acostumbrada también tenía mucho que ver, en ella no se requería ni tanta logística, ni tanto control de la «suplementación» ni del circuito. En esta estaba ausente el miedo y el respeto que existe en una carrera larga y todo lo que ese tipo de carreras conlleva. Esto era todo mucho más rápido.
Lo bueno de esta carrera es que me parecía un trámite, lo malo era que en ella había drafting y eso hace que la carrera cambie totalmente. Sabía que un circuito a rueda, llano y rápido no me permitiría marcar la diferencia en bici y viendo que mis cuatro rivales me iban a sacar una minutada en el agua, poco tenía que hacer.
La cosa no empezó bien. Después de escuchar en boca de la organización que los «Pros» saldríamos 2 minutos antes, o al menos unos metros posicionados por delante, comprobamos que no fue así. 500 personas a la vez y “¡sálvese quien pueda!”. Yo ya no estoy acostumbrada a esto (con todo el respeto) y eso me penalizó. Perdí las posibilidades de entrar en carrera en el primer sector. Me lleve más golpes y agarrones de la cuenta, me comió la multitud en los primeros metros del agua, me agobie más de la cuenta planteándome incluso el abandonar, pero continúe nadando hasta la playa; aunque con un mosqueo tremendo.
Con malas sensaciones, y sin encontrar ritmo ni hueco en ningún momento, complete el 1’5 km hasta la T1. Una transición larga que, a pesar de nadar acompañada en todo momento, hizo que perdiera cualquier compañía al subirme a la bici. Tenía a cuatro cerca, me parecía imposible pero me dejé la vida en los 8 primeros kilómetros para intentar pillarlos; de nada me sirvió, sólo conseguí desgastarme. Ahí ya fue cuando me engulló el grupo que venía por detrás, entré en relevos e hice lo posible por acortar distancias con el grupo de cabeza femenino. Me sentía impotente por verme obligada a tener que acostumbrarme al ritmo del resto y no al mío y a tocar el freno más de la cuenta. Me di cuenta que me sentía bien corriendo en media distancia y, aunque se agradecen las carreras cortas por muchos factores, que la prueba no solo dependa de ti, no me gusta nada.
Con tanta gente y tantos giros me limité a velar por mi seguridad, quería llegar viva a la T2 y completar las 4 vueltas de bici. Me quedó un sabor agridulce por no haber podido hacer más y llegar a alcanzar al resto de chicas. Aun así cuando llegué a boxes, mi familia me gritó que las tenía a tan solo 40 segundos. Entonces fue cuando me di cuenta que había recortado distancia. Fue algo bueno, pero sabiendo como corro, sabía que era insuficiente para poder pillarlas. Pero por intentarlo que no quede.
Salí a correr muy fuerte. Pero eran solo 10 km. «Que corto se ve cuando una está acostumbrada a tener que correr el doble en competición». Un ritmo exigente, pero que veía que podía aguantar. En los primeros 2 km vi que la segunda, la tercera y la cuarta chica iban muy seguidas, una detrás de la otra, y a menos de un minuto de mí. Decidí que había que darlo todo por intentar alcanzarlas y, aunque fue en esfuerzo en balde, me sentí satisfecha de haber hecho una buena carrera. Completé el sector en 39’13”, mi mejor marca personal en un diez mil ¿Qué más se puede pedir?
Con una sensación de insatisfacción crucé la meta en 5ª posición, tal y como empecé la carrera. Algo había recortado en el sector a pie y llegué muy cerca de la tercera y de la cuarta pero el pódium se me hizo inalcanzable desde que empecé la carrera y esta era una buena oportunidad para dar un pasito más en los buenos resultados de esta temporada.
Me quedo con lo mejor de ese día, que mi familia entera estuviera ahí animándome. Sobretodo mi hermana, «embarazadísima» a solo 3 días de dar a luz, y mi sobrina de 5 años y medio que aguanta lo que le echen.” ¡Gracias por los ánimos y por siempre estar ahí familia!» Y por todos aquellos amigos y compañeros que me dan su apoyo y muestran su admiración. Lo peor, los pies “sollaos” por la falta de costumbre de correr sin calcetines.
Por mucho que te lo cuenten… !hay que vivirlo!
Triatlón de Zarautz, la meca del triatlón español por excelencia. Una de esas que no te quieres perder en tu carrera deportiva.
Aunque igual no era este año el que yo hubiese elegido para hacerlo, pero mi entrenador, Alvaro Rance, me dijo que lo marcara en el calendario, y además en letras rojas, que una distancia de natación larga y un circuito duro me podían venir bien. Precisamente eso era lo que me echaba para atrás, sobretodo por mi poca soltura con la cabra; para un circuito tan exigente es necesario un buen dominio de la bici.
El tiempo también era un hándicap. La lluvia y el frío suelen ser habituales en el País Vasco y era otro de los contras de este «tri», y aun más sabiendo que aquí no perdonan la bici ni aunque llueva a mares. Eso mismo lo pude comprobar el sábado en directo.
Un cartel de favoritas, más lucido y extenso que nunca, era otro de los condicionantes pero…”¿Quién dijo miedo?”. ¿Por qué no poder sumar mi nombre a ese cartel y luchar por el pódium? -pensé-. Aunque parecía inalcanzable a priori con tantas rivales y de tan alto nivel: Marina Damlaimcourt, Eva Ledesma, Gurutze Frades, Sara Loher, Dolça Ollé, Anna Noguera y Arrate Mintegui, quería sumarme a ellas y figurar ese mismo cartel de favoritas.
La misma mañana de la carrera, viendo la previsión meteorológica, el puesto y la lucha por el pódium pasó a un segundo plano. En ese momento el único objetivo era no caerme. Es curioso cómo te cambia de golpe la visión de la carrera por determinadas circunstancias. Mi preocupación era ese, no caerme (Sufrí mi peor caída en lluvia y aún tengo secuelas, sobretodo psicológicas). Me daba mucho miedo, mucho respeto, el circuito ciclista con lluvia podía ser muy peligroso después de ver el desnivel que tenía. No estaba dispuesta a jugarme la vida, así que pensé: cabeza, precaución y a ver qué pasa. Lo peor es que ese miedo hace que me bloqué, que frene más de la cuenta y eso es mucho riesgo. Iba muy nerviosa a la carrera, solo me preocupaba llegar a la T2 y poner el pie en el suelo sana y salva.
Ya en línea de salida, tiritando por culpa del frío y los nervios, me quería sentir preparada para afrontar los 2.900 metros de natación que separaban la playa de Getaria hasta Zarautz. Casi 3 km que teníamos que cruzar en línea recta, con pocas referencias y con el mar algo movido, así que lo importante era evitar quedarse sola y perder guías. ¡Pues de sola, nada! Se convirtió en una de las salidas más complicadas que he vivido; nunca entenderé por qué la gente se obsesiona por hundirte, pasarte por encima y agarrarte para esquivarte. Suerte que soy nadadora porqué sino…Salir de ese caos me costó unos metros de lucha y varios tragos de agua salada. Al final me ubiqué y pude coger mi ritmo después de ver como 2 triatletas se iban escapadas. De golpe vi que Dolça iba al lado mío, fue una gran compañera durante todo el tramo de natación, pero no fue la única que estaba cerca mío, alguien me fue tocando los pies durante todo el segmento. Fue algo muy molesto y mucho más cuando, en una de esas, me bajo el chip del tobillo, lo cual, por llevarlo medio suelto, me provocó roces durante el resto de la carrera. Pero bueno, se entiende como «gajes del oficio», cuando llegamos a la playa vi que era Sara Loher. También Eva Ledesma había estado nadando en nuestro grupo.
Una T1 más emocionante que nunca hizo que las cuatro cogiéramos la bici a la par. Yo era la más rezagada por eso. Tras un primer kilómetro de tira y afloja, demostrando quién era la más fuerte, Ledesma se quedó y yo esperé detrás de Dolça y Sara para ver que ritmo marcaban. Pero en pocos minutos empezó a llover con fuerza y ya me desestabilicé un poco. Venía la bajada y se me iban. Ellas trazaban con confianza y sin miedo y yo, muy nerviosa, empecé a frenar más de la cuenta. Veía como se me escapaban, pero me decía a mi misma que ¡No podía dejar que eso pasara!
Cambié el chip y me dije a mí misma que tenía que ser más fuerte que nunca. Empecé a pedalear y me puse en cabeza del trío que habíamos formado y, a falta de unos kilómetros para llegar al paso de vuelta por Zarautz, por la zona más rodadora de la costa, pude ver a la cabeza de carrera, era Marina Damlaimcourt la que iba escapada. No podía imaginarme que llegaríamos a verla. Después de cómo había nadando y teniendo en cuenta que era su sector más flojo…pero hay estaba.
Pocos metros antes de entrar en Zarautz la adelanté pasando a liderar el tramo ciclista. Eso hizo que pudiera vivir el momento de entrar en primer puesto en un pueblo lleno de afición. Me llegué a emocionarme de lo que la gente animaba. Fue algo indescriptible. Yo no sé si fue la mezcla del miedo, euforia, frío y todas esas cosas que sentía, pero en solo 28 km de carrera pude emocionarme como si estuviera llegando a meta en primera posición. Ahí vi a Javi, mi novio. Traté, con la mirada, de decirle que estaba bien (lo vi preocupado por mí, por la que estaba cayendo). Vi su cara de satisfacción y sorpresa al verme pasar en primera posición (aunque con todas pegadas detrás).
Yo no sé si fue esa inyección de adrenalina, pero en pocos kilómetros me había escapado del resto. Para nada esperaba verme en esa situación en esa carrera, visto el cartel. Pero tenía que aprovechar esa ventaja. Quedaba mucha carrera por delante y debía tener cabeza. La verdad es que me fui creciendo. Me vine arriba y, a pesar del diluvio, supe gestionar ese miedo y no perder ritmo, aunque con mucho cuidado, tampoco quería arriesgar más de la cuenta y que eso me provocara una caída.
Vuelta de paso por Zarautz para empezar la última vuelta y la más dura. Una vez más, el paso por el pueblo me volvió a emocionar y me empujó a seguir con fuerza. Ahí era donde empezaba el calvario. Estaba cansada de escuchar lo de las rampas del 20-21%, que el suelo no era el mejor y mucho menos con la lluvia. El ascenso se iba a complicar. En la cabeza llevaba la frase que me había dicho Jordi, mi cuñado, y que me habían repetido varios: “¡Sube sentada y peso atrás!”. Le hice caso, no había más opciones. Verdaderamente lo pasé mal. No solo por la dureza de las rampas, que a demás de su desnivel era un tramo más largo de lo que me pensaba, 1’2 km de tortura en la que, con todo metido, debía mantener un ritmo constante de pedaleo para no quedarme bloqueada. Pensé varias veces que me iba al suelo. Pasé más miedo subiendo que bajando !Buf!, pero lo que no tiene precio es que, a pesar de la lluvia que estaban aguantando estoicamente, la gente te anime con todas sus fuerzas y que te adviertan del peligro de la carretera llena de surcos y de un suelo resbaladizo.
Después de coronar ese Muro de Aia venía la bajada más peligrosa. En la que, por suerte, a pesar de un par de sustos, cubrí con precaución. Pero aún no estaba todo hecho. Yo ya no sabía ni por donde iba ni lo que me quedaba. Sabía que faltaba la subida al camping Txurruka e intuía que era dura, pero ! Buf! no creí que lo fuese tanto. Otro «rampote» largo y que te llega cuando las piernas ya ni te funcionan pero, entonces viene lo más emocionante del tramo ciclista. El punto donde el público, dado que es la última subida y una de las más duras, se vuelca en animarte como si en ello perdieran el alma. Es espectacular, se crea un pasillo estrecho donde solo cabes tú, tu bici y ese calor de la gente que te está casi rozando y a la que le notas ese aliento cálido que ves que te sube al cielo y te lleva hasta arriba poniéndote la piel de gallina. Es Indescriptible. En ese momento te sientes como un ciclista profesional llegando a la cima en una de las etapas míticas del Tour de Francia !Impresionante! No me cansaré de repetirlo. Aún sigo recordando ese momento mágico.
Ahora sí !Por fin!. Se acabó el sector ciclista y me encontraba orgullosa de ello, pasara lo que pasara me sentía campeona por haber luchado contra mis miedos y haberlo hecho con creces. Sí que es cierto que a solo 400 metros de la meta, en la última rotonda, antes de poner pie en el suelo, ya en Zarautz, me llevé el peor susto. Rocé una línea blanca y a causa de la lluvia casi acabo en el suelo, era como si hubiera pisado un espejo. Patiné y se me fue la bici, pero, no me preguntes cómo, conseguí estabilizarla sin caerme -¡Maldita línea!- pensé. ¡Por los pelos!
Poco me iba a durar la emoción de ir como cabeza de carrera, pero ya estaba en el último sector y la satisfacción de entrar primera en el pueblo, y llevarme la ovación de la gente, no me la quita nadie, eso queda en mi retina para toda la vida. En el km 4 me alcanzaron Gurutze Y Sara. Vaya ritmo llevaban, ¡Increíble! Me pasaron las dos sin poder ni olerlas y siguieron con su mano a mano, ajenas a todo. Yo, aunque estaba preparada para que eso pasara, quería seguir estando en carrera y no perder más posiciones. Dolça venía cerca por detrás, pero en la segunda vuelta mi perseguidora era Marina que venía como una bala. Luché más que nunca por el pódium ¡Me lo merecía! Había demostrado que podía conseguirlo y lo había dado todo durante toda la carrera. Después de esos fatídicos kilómetros entre la segunda, y en la tercera vuelta rezaba para que Marina no me alcanzara. Era un sufrimiento a perder esa gran plaza que tenía a mi alcance; en el último paso, a falta de 1 km, vi que la distancia que había entre nosotras dos era la misma ¡Ahora sí! -pensé- Lo tenía en mis manos. Tenía que creérmelo. El tercer puesto era para mí. Más sufrido y merecido que nunca.
Son indescriptible las emociones que se pueden llegar a vivir en ese momento. En esos últimos metros a meta, en pleno centro de Zarautz, con toda la gente gritándote es cuando te sientes ganadora, cuando te sientes orgullosa de lo que has conseguido y recuerdas todo lo que has luchado por llegar hasta ahí. Te acuerdas de todos los que te han apoyado día a día, tu gente, tu familia, tus amigos, todos los que me quieren y me siguen. Uno de esos finales de carrera que nunca olvidaré y que disfruté más que nunca. Cuando crucé la línea de meta solo quería abrazar a Javi, porque había sufrido casi tanto como yo y porque gracias a sus ánimos había llegado hasta allí. Lo abracé y me eche a llorar como una niña, desahogándome y sacando todas esas emociones.
¡Buf! Zarauzko Triatloia 2015 queda grabado en mi retina para siempre!
A veces cuando menos te lo esperas…es cuando mejor salen las cosas!
Diez días solo antes de la fecha me llaman de la organización del triathlon de Bilbao (Joel de innevento sports) para invitarme a su carrera. Ya me lo habían dicho hacía meses pero rechacé la invitación por verlo muy justo en el calendario. Pero el volverme a llamar y con tan poco margen me hizo lanzarme y darles el ok! Después de haberlo consensuado con mi entrenador, claro! Y con mi pareja, que a pesar de tampoco entrar en sus planes y a falta de tres semanas para su objetivo de la temporada, su primer Ironman, una vez más, antepone mis planes a los suyos y de paso competir también y así seguir sumando entreno.
Fue confirmar mi asistencia y las cosas se empezaron a complicar. Comunico en el trabajo lo de mi carrera para que me dieran fiesta el viernes y me dicen que no! Que no me pueden dar fiesta, que no se pueden hacer tratos de favor! Así que la única solución que me dan, para poder irme ese viernes, es quitarme las horas de todos los viernes. Sorprendente, pero cierto! Ni el hecho de trabajar en un gimnasio te ayuda a que te faciliten las cosas para seguir con tu carrera deportiva! Con todo el dolor y con las consecuencias que me puede suponer eso económicamente, decido ir a Bilbao y seguir luchando por lo que quiero, pese a quien le pese.
Además de eso, un pinzamiento cervical me impide nadar esa semana y trabajar y entrenar con normalidad. Me levanto el mismo sábado con bastante molestia aún y dificultad de movimiento. Pensé que no iba a ser capaz ni de nadar pero supongo que una vez te pones, se pasan todos los males, por suerte!
Una de las pruebas con más nivel nacional que me he encontrado hasta ahora. Y con alguna presencia de triatletas internacionales que salían en el cartel de favoritas. Cartel en el que yo no aparecía. Por una parte mejor, “pasando desapercibida como a mí me gusta!”, pero quería estar ahí.
El día pintaba espectacular, buen tiempo, ambientazo increíble y salir a las 13.30h evitando madrugones y con las pilas ya cargadas. El agua de la ría menos fría de lo esperado así que de lujo. Iba con una idea clara, darlo todo en la natación y en bici, sabiendo que en correr tenia las de perder con mis rivales. Y así lo hice.
Desde los primeros metros de la natación me separé del grupo marcando la cabeza de carrera con Dolça. Natación limpia y con buenas sensaciones desde el principio. Dolça se me escapa unos metros desde el inicio, “como siempre” pero a diferencia de otras veces la distancia no sigue aumentando y la mantengo hasta el final. Eso me da confianza y sentir que el resto se queda atrás también. Llegué fresca y con fuerza a la T1 cruzándome con Dolça que coge la bici pocos segundos antes que yo. Una transición muy mala, al ver que las gomas se habían soltado y las dificultades para subirme a la bici (eso me pasa por probar botas nuevas en carrera) hace que pierda algunos segundos pero a la vez que la rabia por eso me haga salir fuerte.
El primer quilómetro ya estaba marcado por una buena rampa para salir de Bilbao centro y mi sorpresa es que Dolça estaba ahí aún, pedaleo para que no se me escapara y veo que no me cuesta alcanzarla. En ese momento decido ponerme delante y que sea ella la que tenga que cuidar la distancia de seguridad. Yo como nunca me veo en situaciones así (casi siempre voy bastante sola en el tramo ciclista) no tengo claro cuánto son 12 metros así que prefiero ir delante y que eso no me pueda penalizar.
Pensé que Dolça vendría pegada pero en el giro de los 20km aproximadamente veo que le había sacado un trozo y que la tercera ni se acercaba, eso me dio mucha confianza y también mantener un ritmo fuerte arriesgándome a pasarme de vuelta.
Es cierto que me encontraba fuerte y que tuve muy buenas sensaciones tanto subiendo como bajando pero al empezar la segunda vuelta empecé a sufrir más de la cuenta, quizás porque me había pasado con la intensidad. El cansancio fue en aumento hasta el punto que llegue a creer que no iba a ser capaz de correr ni un solo quilómetro.
Verte en cabeza de carrera motiva mucho, y más cuando no imaginaba que podía estar ahí aunque saliera bien del agua. En el punto de giro de la segunda vuleta vi que las posiciones habían cambiado y que ahora mi perseguidora era Gurutze. Por una parte mejor, si alguien tiene que venir más cerca que sea una que me machaca corriendo. Ella no me preocupaba, desgraciadamente se que esta por delante y que antes o después me pasaría. La tercera seguía siendo Dolça pero aún más lejos que en la primera vuelta. El ritmo me estaba matando pero a la vez me iba viniendo arriba de ver cómo iba la carrera.
El cansancio era tal cuando encaré el último km de bici que la T2 fue un aterrizaje forzoso acabando en el suelo. Las piernas ya ni me respondían! Pero sorprendentemente empecé a correr y lo hicé con dignidad y ritmo del que pensaba! El ambiente que había ayudó mucho a que me viniera arriba. Nunca he vivido nada igual! Ni un metro de calle sin gente animando, los 21km de la carrera a pie.
Correr así da gusto y es mucho más fácil. El público y ver que la tercera no venía cerca, en ninguna de las tres vueltas (Gurutze me paso a los 3km de carrera) hizo que mi ritmo no fuera a menos y pude cruzar la meta en 2ª posición.
Una de las carreras más bonitas que he hecho hasta ahora por todo lo que he vivido en Bilbao antes, durante y después de la carrera. Carrera luchada y sufrida pero con un resultado extraordinario. Espero que esto me haga venirme arriba y seguir mejorando día a día.
Segunda prueba importante de la temporada. A pesar de sólo dos semanas después de Francia, me encontraba fuerte y recuperada. Iba a ser una carrera con mucho nivel pero eso tenía un aliciente extra. Sabiendo que el top 5 era inalcanzable, volvía con el objetivo de buscar un top 10 y poder estar ahí, en carrera, luchando con el resto.
Correr en casa siempre tiene una motivación extra. Te da más seguridad, a pesar de no conocer la prueba, y lo más importante que ves muchas caras conocidas, mucho público, mucha afición y gente que te anima, es lo mejor! Mi chico estaba ahí de supporter y mis suegros habían venido a verme por primera vez, se agradece.
Una carrera muy madrugadora con una salida a las 7:00h para los chicos Pros y 7:02h para nosotras. EL resto como siempre, iría saliendo minutos más tarde por detrás nuestro. Buen ambiente desde la salida, con música y presentación oficial incluida, que nervios! Pero que subidón! Pero algo me tenia inquieta desde antes de la salida y eso inevitablemente iba a condicionar mi carrera desde el principio. El gorro que me habían dado, resbalaba mucho y me iba más bien pequeño. Desde antes de tirarme al agua ya noté como se me iba escurriendo y eso iba a ser un problema.
Pistoletazo de salida, arrancada en los primeros metros y 5 chicas vamos en cabeza empezando a dejar algo de distancia respecto al resto. Comienzo bien, aunque antes de llegar a la primera boya ya se van 3 y yo me quedo mano a mano con otra. Fue la peor compañera que me pude buscar, iba muy desorientada, cambiaba de dirección constantemente. Me despistaba, me molestaba y hasta me hizo comerme una boya que solo era de referencia porque creería que habría que bordearla también. Me separé de ella, la perdí de vista y me quedé nadando sola. Pocos metros después empezó mi calvario, el gorro se empezaba a escurrir! Iba nadando y parando a las pocas brazadas para bajármelo tirando de él. Eso me hizo perder tiempo y motivación. Para colmo, fue hacer el giro de cambio de sentido y ver como el sol matutino deslumbrara y no veía absolutamente nada! No era capaz de distinguir ninguna boya ni tenía ninguna referencia. Un poco frustrada seguí nadando, intentando intuir cual sería el camino y mientras seguía acomodándome el gorro. Pocos minutos más tarde me empezaron alcanzar perseguidores, ya venían chicos de grupos de edad y entre ellos también veo una chica Pro. Podría alegrarme de tener compañía y referencias hasta la salida del agua pero el bajón de sentir como estaba perdiendo mucho tiempo en mi mejor sector me hundió. Faltaban 500 metros para llegar y desistí de seguir colocándome el gorro, no quería perder ese grupo y en unos metros más el gorro se me calló.
Salí con un mosqueo increíble del agua y perdí bastante tiempo en la T1 por ese motivo. Tocaba cambiar el chip, no podía condicionarme la carrera ese percance con todo lo que quedaba por delante. Aún así salí del agua 4ª para mi sorpresa! (eso me indicó Javi cuando salí pero realmente 5ª). Una T1 lenta hizo que llegaran más chicas y la verdad que perdí la cuenta pero al menos estaba en carrera e iba a subirme con referencias en bici.
Así como la natación fue un desastre, el sector ciclista fue muy bien. Me noté fuerte, confiada técnicamente y lleve un ritmo alto y constante desde principio hasta el final. Fui fuerte pero aún así me sentía que tenía un puntito más en la reserva para poder correr bien. Lo mejor fue sentir que estaba en carrera que, pude seguir la estela de alguna rival y luchar con ellas. Hice algún adelantamiento y a la vez también tuve que ver cómo me adelantaban a mí!
Llega a la T2 con ganas, hice una rápida transición y me puse a correr 6ª. “Está muy bien!” , me dije a mi misma. Y los primeros 3km me crecí al ver el ambiente de público y escuchar cómo me animaban, muchos amigos, muchos conocidos y además mi entrenador Alvaro Rance que había venido a verme!
Iba corriendo bien de ritmo pero desde el principio notaba una molestia en el tendón de Aquiles del pie izquierdo. Iba a más y en el km 4 se hacía ya muy molesto. Pensaba que tenía el calcetín mal puesto o alguna piedra que me estaba rozando. Decidí parar para colocármelo bien, quedaba mucha carrera y valía la pena perder unos segundos. Pero la sorpresa fue que todo estaba en orden, esa molestia era interna, muscular. Me plantee retirarme, es cierto que dolía pero podía aguantarlo “de momento”, pero tampoco quería lesionarme! Decidí esperar al cruce con mi entrenador y que él me asesorara pero, antes de llegar a ese punto (km 12) ya mi cabeza se había impuesto y había decidido seguir y luchar. Iba 7ª en ese momento, había perdido una posición y se acercaban rivales con más ritmo que yo pero quería llegar a meta, acabar y más corriendo en casa, con gente que había venido a verme y sentía que debía hacerlo por ellos.
Unos últimos 5 quilómetros muy duros, no solo por el dolor del tendón sino porque iba fundida. El calor y la falta de hidratación/suplementación me hizo venirme a bajo y me fueron superando rivales en el último tramo sin poder evitarlo. Entre ellas Anna Rovira, la otra española que corría. Eso me dolió más!
Al final un 11ª puesto y 2ª española. Sabor agridulce por las sensaciones que tuve pero orgullosa una vez más de mi capacidad de lucha. Cuando las cosas son más difíciles y cuando hay que demostrar lo fuerte que eres.
Una lección aprendida: a partir de la siguiente competiré con dos gorros!