Un triatlón de larga distancia condiciona mucho.
Un Ironman impacta de lleno en tu rutina, tu tiempo, tu cuerpo, tu mente, tu dieta, tus relaciones sociales y personales durante los meses y semanas previas. Sin embargo, lo que te condiciona por completo es la semana de competición. Es llegar el lunes y todo se transforma. Todo se magnifica. Los nervios aparecen de golpe y con fuerza. El cuerpo se altera. Y tu marido también, jejejejejeje (es que estaba muy espitoso y más nervioso que nunca por mí. No recuerdo haberlo visto así nunca). Te sobra todo el estrés. Te sobra todo lo de tu agenda y ya no sabes si te sobra o te falta comer más, beber menos, dormir más y moverte menos. Tu cuerpo no para de enviarte señales, ruidos, espasmos… Te hablan todas las moléculas de tu cuerpo, o los átomos, o no sé qué partículas son las que te hablan, pero no entiendes nada de lo que tratan de decirte. Y lo peor, es que tu mala interpretación puede hacer que el sistema se bloquee. Y le hablas a tu yo interno.
—¡Me queréis dejar tranquila! Quedan aun muchos días. Esperar un poco más.
Había puesto todo de mi parte para llegar al 100% a esta carrera. Y sentía que lo había conseguido. Mi nivel de forma era excepcional y mi confianza inmensa. Mucho trabajo (como siempre). Pero, además, había intentado cuidar todo al milímetro y me sentía orgullosa de ello. Como el hecho de ir a reconocer el circuito en dos ocasiones; cosa que fue clave (es una ventaja vivir a solo 1h30’ de Platja d’Aro en coche. Lo sé). La culpa de esta performance la tiene mi entrenador Carles Tur, que no solo me ha hecho llegar muy fuerte, sino que me ha devuelto una motivación que había perdido. Con eso y con los cuidados de Enric, y el aprendizaje con Dani, sentía que estaba mejor preparada que nunca para esta dura batalla. Quería luchar por la carrera. Quería intentar ganar ¡Se podía!
Por fin llegó el día previo. El más duro diría. Que largo se hace y a la vez que corto. Quieres que te sobre tiempo y poder aburrirte. Pero a la misma vez sabes que esos momentos son horribles. La cabeza ya no para. Reconozco que el sábado lo pasé un poco mal. Muchos medios quisieron entrevistarme y eso me agobió un poco. No solo por falta de tiempo, y querer descansar, sino que, por culpa de ser tan tímida, lo paso mal con eso y a la misma vez sufro por no estar por ellos; porque sé que es su trabajo. Y entre todos los nervios que llevaba, la presión de correr en casa, tanto tiempo sin competir en larga distancia, o simplemente por el respeto que da la distancia (que ya es mucho) provocó que empezara a molestarme la úlcera y tener ardores en el estómago. Y eso, no me molaba nada. Deberían estar prohibidas las entrevistas el día previo a la carrera, jejeje (Como hacen los políticos en su jornada de reflexión). Por suerte conseguí relajarme viendo una peli, con Javi, en la cama. Con eso, y con las visitas de Iolanda y Patri, la de mis padres y el ver a Juanan y a Piluka, me relajé. Lo de la noche previa mejor ni hablamos ¿No, verdad? Qué horror lo de no parar de dar vueltas. Sentir como late el pulso con fuerza por momentos. Y lo de ni saber encontrar la posición en la cama, ni encontrar el momento de conciliar el sueño. —Que sea domingo ya, ¡por Dios!
Llegó el domingo. Y, después de prepararlo todo, llegaba el momento por fin de competir.
Fueron muy bonitos esos minutos previos. Abrazarme con Guru, que había venido a ver la prueba. Ver por fin a Aida y Gus. Volver a ver a Emilio (tri4dream), a Jordi Gil a Alba y a Mireia. Y el momento de despedirme de Javi, de la familia y amigos. Y ver a más amigos y a un puñado de amigos de mis padres (que también habían querido venir a apoyarme desde el primer al último segundo) ¡Muchísimas gracias!
Pues vamos a por ello.
6.42h. Pistoletazo de salida. Hago una rápida y gran entrada al agua con la que me escapo en solitario desde la primera brazada. Parecía que mi competición era la de élite masculina que había salido dos minutos antes. Así que… me fui a por ellos.
Eso me motivó mucho. El no parar de dar caza a chicos fue muy apasionante. No sé a cuantos pillé, pero fue a muchos (había unos 110 participantes élite). Eso hizo el nado más ameno. Porque fue muy monótono el tener que nadar prácticamente dos rectas de casi 2km continuos y sin ninguna referencia más que la bolla de giro que, obviamente, no se veía hasta unos pocos metros antes de alcanzarla. Es cierto que el mar estaba muy placido y se nadó de lujo. Quitando el que, a pesar de la “buena” temperatura del agua (17 grados), pronto dejé de sentir mis manos y pies (no es muy difícil, aunque sí se me hace complicado. Para que os voy a engañar). Por el resto, tuve muy buenas sensaciones. Sentí que llevaba muy buen ritmo y que fluía y me deslizaba como nunca. Y lo mejor, es hacer casi 4km de natación continuos y notar que vas súper cómoda de hombros (es lo que tiene nadar con el G-Range).
Uno de los momentos más impresionantes del día fue la salida del agua. Bueno, la T1 al completo. Antes de tocar la arena ya se escuchaba la tremenda ovación. Entre eso, y ver ahí a Pere, el primero, justo al alcanzar la playa, fue brutal. Cruzar las calles de Platja d’Aro inmersa en un pasillo de gritos y aplausos ensordecedores fue una inyección de adrenalina. ¡Dios, qué locura! ¿Esto va por mí? No tengo palabras. Gracias a todos. Hasta me permití el lujo de sonreír porque, además de que fue inevitable controlar ese rictus, se lo merecían. Perdonarme si no sonrío más; no es porque no quiera, es por el hecho de que me parece cantar victoria cuando aún no he conseguido nada.
Después de una transición peligrosa y muy resbaladiza (y más con mis pies sin tacto ni control alguno), conseguí coger la bici sin matarme en ese parquin. Aquello fue un poco surrealista, parecía que estabas en un juego que consistía en “cómo hacer la transición más lenta de tu vida”. Jajajaja. Resultado: Si corrías, estabas muerto.
Vamos a por la bici.
La bici fue continua. Sé que parece obvio, pero en una larga distancia no lo es. Conseguí que durante los 180 kilómetros la cosa fluyera. Fluyó la bici, el ritmo, las piernas y sobre todo los pensamientos (estos son muy peligrosos cuando se estancan ahí). Más bien es que no pensé en nada. Iba muy metida en carrera. Sin embargo, lejos de desgastarme esa concentración, me ayudó a gestionar a la perfección el tramo ciclista: a tener cabeza, precisión, entereza y a no dejar que los imputs negativos entraran en mi mente. ¡Hoy no os siento!, les dije. La bici se me hizo muy amena y la disfruté un montón.
El sector ciclista fue un mano a mano con Emma. Me alcanzó en la bajada del primer puerto y fuimos juntas prácticamente todo el tramo ciclista. Que bueno fue rodar juntas. Cómo nos apretamos la una a la otra. Y notar que lidiar esa batalla nos estaba haciendo lograr hacer una bici estratosférica.
Lo mejor fue llevar una moto de un juez todo el recorrido con nosotras (ya sabéis que fueron muy estrictos con el drafting y supongo que una de las consignas era controlar en todo momento la cabeza de carrera femenina). Pues, aunque sea incómodo el notar esa presencia policial durante cinco horas y media, a la misma vez, te da una gran seguridad el saber que estaba haciendo las cosas bien. Se nota presión porque no puedes cometer ningún error y además crea mucha tensión el sentirte tan observada en todo momento. Aun así, te cohíbe tener ese escolta que impide que te relajes y que condiciona todos tus movimientos (y yo, todo el rato, con muchas ganas de hacer pipi). El árbitro no fue nuestro único acompañante, la prensa también estuvo presente casi en todo momento. Así que llevábamos una buena comitiva a nuestro lado.
Los kilómetros pasaban y mi sorpresa era que los chicos élite no nos daban caza. Habían empezado dos minutos antes que nosotras. Sabía que les iba a pasar en el agua a muchos, pero contaba con que rápido me la iban a devolver en la bici y… para nada fue así. No nos pillaban ¡Qué fuerte! Yo estaba eufórica con eso. Espero que nadie se moleste por ello, pero es que realmente les estábamos plantando cara en bici. Tanto es así, que no solo no nos pilló ni uno, sino que alcanzamos a varios que nos habían adelantado muy al principio. Ese momento fue de subidón. Estar alcanzando el kilómetro 130, donde la bici empieza a atragantarse, las horas pesan y la fatiga se muestra presente, ves que vuelves a pescara los cuatro o cinco chicos que te habían pasado hacía más de dos horas, fue impensable, alucinante. Uno de ellos era Iván Alvárez, un gran amigo al que le tengo mucho aprecio y cariño. Me encantó compartir carrera con él e írmelo encontrando, pero me sabía mal pasarle (luego corriendo me pegó un repaso y me alegro mucho). Gracias Iván por tu actitud y todos tus ánimos.
Realmente fui/fuimos muy fuertes en bici (que no forzadas, al menos yo). Bueno miento, en las bajadas sí que fui muy forzada. Emma me dio un recital en todas ellas. Sufrí muchísimo por no perderla. En todas se me escapaba y me tocaba apretar para volver a cerrar esa brecha. Me resultó espectacular. Qué clase. Cierto es que tenerla como guía me ayudó a arriesgar y a intentar trazar como ella. Aunque cuando uno tiene el miedo en el cuerpo, el bajar más rápido de lo que controlas, puede conllevar muy malas consecuencias. Por suerte tuve muchos “uigs”, pero…. se quedaron todos en eso. ¡Guau! Que mal bajo. Que “globera”. Es cierto que nunca he tenido mucha destreza en esto pero, un par de episodios vividos, justo hace tan solo unos días, me condicionaron aun más. La muerte de un compañero de grupeta en un accidente de bici y haber sufrido yo un choque frontal en coche, solo dos días más tarde, me marcó mucho. Así que ya puedo estar contenta con lo que fui capaz de hacer.
Fui toda la bici por sensaciones. Pasé de watios y de números. Realmente ni miré apenas el Garmin. Ni miré el tiempo que llevaba, ni los kilómetros (cierto es que si te conoces el recorrido no hace mucha falta porque ya sabes lo que viene y lo que te queda). Iba sumando tramos chinochano. Iba haciendo, sin más. Aunque llegaron los momentos malos, que también los hubo. El primero fue justo al pasar de nuevo al grupo de Iván (kilómetro 140 más o menos). En un bache se me cayó el bidón trasero donde llevaba aun la mitad de drink mix Maurten y era el único líquido que me quedaba encima. No pasa nada Judith, me dije. Sin embargo, el problema no fue ese, sino que, en el siguiente avituallamiento, no logré coger el bidón por un mal entendido con la chica. Parece que me lo ofrece y se lo pido, pero en el momento de ir a cogerlo me retira el brazo y me voy sin bidón y con cara de tonta (ella no tuvo la culpa ni mucho menos, todo lo contrario, agradecer a todos los voluntarios su implicación). Pero la cara de tonta se transformó en preocupación. Tenía mucha sed y notaba la deshidratación. Me vi el maillot lleno de sal y me asusté. Esto puede sentenciarme la carrera. Sin embargo, confíe en que quedaba un avituallamiento al coronar San Grau y confíe en poder beber allí. Nada más lejos de la realidad. Justo cuando estoy coronando el puerto, veo el avituallamiento y me siento tan feliz como el que encuentra un oasis en el desierto. Me emociono al pensar que por fin voy a beber y, justo cuando voy a estirar el brazo para coger el bidón, Dani Lucena, al cual alcanzo justo en ese momento, se para en seco delante de la mesa poniendo el pie en el suelo. Tuve que hacer una maniobra brusca para no comérmelo. La segunda voluntaria (solo eran dos chicas en este punto) no reacciona y me quedé sin bidón de nuevo. La bajada empezaba y ya no podía frenar la bici para parar y coger agua. Quise llorar en ese momento. Que impotencia. Justo cuando se te hace la boca agua y empiezas a babear a lo Homer Simpson pensando en el placer que me iba a dar beber en ese momento. Así que ya veis, perdí de nuevo esa oportunidad.
—No te lamentes Judith, ya estamos bajando y queda poco más de media hora. Intentaba animarme a mí misma. —Vas muy bien, me dije. Y justo fue decirme eso y empezar a notar una molestia muy desagradable en la parte posterior de la rodilla derecha. ¡Dios! ¿que es esto? ¿Por qué me pasa a mi esto ahora? ¿A que viene? ¿Qué dolor es esté? ¿Podré correr? Ese momento fue horrible. Aunque el momento que marcó realmente la carrera fuer el último adelantamiento de Emma. Ese fue el punto de inflexión. Me pasó en ese descenso y ahí sí que me fue imposible seguirla. No fui capaz ni de intentarlo. Era la parte más técnica del circuito y entre los fantasmas que llevaba, y los que aparecieron, me bloqueé y perdí ese flow que había llevado hasta entonces. Suerte que ya quedaba muy poco.
Estoy muy contenta con mi sector de bici, realmente me divertí y lo disfruté. Parte de ello gracias a Cris y a Isa que se habían desplazado para verme en varios puntos. Qué subidón cada vez que las veía. ¿Otra vez? ¡Qué guay! Muchas gracias chicas. Me disteis alas. Como también me las dieron Pau y Miquel. Eso no lo olvidaré nunca.
Ahora que, el momentazo del recorrido fue el de comer mosquitos. De golpe, en uno de los tramos más rápidos del circuito, empiezo a notar un bombardeo de mosquitos en todo el cuerpo y la cara. ¿En serio? Flipé. Como todos, supongo (que se lo digan a Richard. Que risa verlo en meta aun lleno de mosquitos. Jejejeje). Fue muy heavy, pero muy divertido. Me sentí “una tonta muy tonta” (se pilla, ¿no?).
Llego a la T2. Pienso que lo hago en solitario. Pero por lo visto no; Nikki se bajó conmigo (Esto fue muy curioso, nunca supe que había ido detrás de mí. Ni cuándo nos alcanzó en bici. Siempre creí que me empezó a pillar ya corriendo. En cambio, viendo ahora fotos de carrera, veo que, en la parte final de la bici, ya venía conmigo. Que gracia me ha hecho esto; ha sido divertido. Y en parte me alegro que no me pasara y se me fuera en bici, que era lo que yo pronosticaba).
La segunda transición fue otra fiesta. Otra ovación ¡Gracias a todos! Esos momentos son mágicos. No hay mejor forma de afrontar la maratón que con ese empuje de energía desde el inicio. No quería emocionarme. Necesitaba coger un buen compás para esos 42 kilómetros que tenía por delante. Pero tenía ganas de verlos, a todos. Y sonreírles. A Sergio con su sobrino. A mis padres con sus amigos. A mis suegros. A Edu (cuanto me ayudaste, “gracias” y gracias a tu familia por venir), gracias Fernan y Miguelito. A Marc “gràcies per ser-hi”. A Locojuan “efecto túnel” me decía; cómo me ayudó tanto eso. A Piluka y las niñas. A Borja (que fuerza me diste). A Isabel que nunca me falla. A Enric y Tere (gracias por venir). A mí (nuestra) Ana (eres lo más). A Rubén “sonríe mujer” me decía; ¡al final lo hice eh! “eskerrikasko por venir”. A Joan. A Esther “vaya sorpresón verte, me emocionaste”. A Iolanda y Patri “no words”.
(fotos: Manolo Gonzalez Trinidad)
Familia, amigos, compañeros… no tengo palabras ¡De verdad!
Que pasada lo que viví. Que pasada ver esa marea tricolor por todas las calles de Platja d’Aro. Repartidos de punta a punta y, además, corriendo de un lado a otro. Judith, muchos de ellos, son tus deportistas. Que orgullo. Que bonito. Allí estaban compartiendo juntos mi carrera y alentándome ellos a mí. Lucha por ellos Judith. Lucha como tú siempre les dices que lo hagan. Ahora más que nunca tenía la oportunidad de demostrárselo en vivo y en directo. A los que entrenas y a tu entrenador. Allí estaba Carles, en cada vuelta. Que seguridad me dio. Como la que me ha dado desde el primer día que empezamos a trabajar juntos.
Cuesta creer que la maratón se me hiciera durísima. Cuesta creer que tuve momentos muy duros, muy malos. Momentos en que la cabeza quiso vencerme y estuve apunto en varias ocasiones de dejarme llevar por ella, dejarme llevar a su lado más oscuro. A su vertiente negativa. Tuve momentos que hasta te molestan todos esos ánimos. No os ofendáis, por favor. Pero cuando el cuerpo te pide a gritos que pares, que lo dejes… las palabras de aliento se vuelven en tu contra y parece que hasta te irritan. Solo por el hecho de esa rabia que te da que te animen cuando estás jodida, muy jodida. Qué crueles somos, o mejor dicho, qué cruel es nuestra mente. Y que desagradecida.
(foto: Ironvives)
Judith, menos cabeza y más corazón. Déjate de tonterías. Eso sí que no falla, eso sí que sabe reconocer y valorar ese apoyo del público, esos ánimos, esos consejos. Agradecerlos y aprovecharlos por muy duro que esté siendo, por mucho que quede, por muy cuesta arriba que se te haga.
Que cruel es la maratón de un larga distancia. Cada kilómetro juega contigo, te pone a prueba. Y hay veces en que te das cuenta que solo se trata de ignorarlo. Si no, es imposible vencerle. En cada tramo te va hacer creer que no puedes, que no vale la pena y que no vas a poder con lo que queda. Pero si eres capaz de esquivar ese obstáculo, ya has dado un paso importante. Luego va a venir otro, seguro, pero toca volver a sortearlo. Es como remar contra corriente. Una vez superas esa resaca, todo se vuelve mucho más fácil. Te has desgastado mucho en esa lucha, pero de golpe, te sientes liberado y más cómodo. O al menos así lo siento yo. Así lo viví el domingo. Me costó entrar, me costó avanzar. De hecho, en el kilómetro tres decidí dejar de mirar el Garmin. Creerme, nunca más lo hice en toda la carrera. Iba sufriendo. Me sentía débil. Me sentía lenta y decidí que lo mejor era no mirar el ritmo. Para qué. No servía de nada, solo quedaba sobrevivir como fuera y correr con lo que tenía en ese momento. La verdad es que, cuando vi como corrí horas después, flipé. Así que, para que veías como nos engaña la cabeza. Sin embargo, supe tener paciencia y mucha templanza para conseguir darle la vuelta a la tortilla. Fui de menos a más. No porque lo eligiera (Iba dando lo que tenía en cada momento), sino porque supe mantenerme en pie.
No me puedo quejar. Las sensaciones en general fueron buenas. Iba “bien” de piernas y de estómago. Me obligué a tomarme todo el Maurten planeado y aunque a veces cueste seguir comiendo, es la clave. Que bien fue que Javi me pudiera dar en cada vuelta justo lo que necesitaba. Además de correr liberada de carga, me ayudaba hacer la pauta perfecta. Lo que más duro se hizo fue el calor. Fue horrible. Además, venía deshidrata de la bici, eso lo noté. Iba loca por llegar a cada avituallamiento y poder beber y refrescarme. Suerte que llevaba la cinta omius y, eso seguro que ayudó. Como los hielos que trajeron los de la organización a partir de la segunda vuelta ¡Gracias! A mi me dio la vida. No solo para restar calor al cuerpo, sino que jugaba con ellos hasta que se derritiesen y eso me mantuvo distraída: me lo pasaba de una mano a otra, me lo pasaba por la cara, por el cuello, me lo metía en la boca… Fue uno de los pocos momentos en que conseguí evadirme y me alegré por conseguirlo.
Qué difícil es distraer la mente. Me concentré al máximo para irlo logrando. “Focus on”. Aunque la mayor distracción fue el duelo a pie, esta vez con Nikki. Qué bueno es poder disputar una carrera así. Se sufre mucho en esas batallas y desgastan más psicológica que físicamente, pero se vuelven muy emocionantes. Se bajó a correr a tan solo cuarenta segundos, muy pronto se pegó a mí y así hicimos toda la maratón. Si no que se lo digan a mi madre, je,je,je. En el paso por la segunda vuelta me dice: “hija corre que la tienes muy pegada detrás ¡eh!”. Si es que las frases de las madres nunca tienen desperdició. Pues no os voy a negar que me doliera un poco, pero quizá, gracias a ello, conseguí pegarme a ella y no perderla durante toda la segunda vuelta.
Creía que estaba jugando conmigo. Creía que ella tenía el duelo dominado y estaba controlando muy bien la situación. Y yo creía que tenía bastante con intentar seguirla un poco más y que se fuera cuando quisiera. Tanto es así que en la tercera vuelta me empezó a meter distancia. No podía seguirla y desistí por un momento. Pero como ya sabéis que esto es como una noria, de golpe, me tocó estar arriba y decidí apretar cuando más lejos la tenía ¡Inténtalo Judith! Al menos te está ayudando a comerte los kilómetros más rápido.
Quién me ayudó mucho fue Guru. Me ayudaron sus consejos y me ayudó pensar en sus carreras. Me lo dijo en cada vuelta: ¡No te rindas!, esto es muy largo. Paciencia. Y la tuve. Muchas gracias. A ti. A Ruth que solo con mirarla me empuja siempre. Y gracias a todos esos ánimos recibidos por todo el paseo: Pere, Anna, Nats, Iván, Carlos Vives… gracias. Hablando de Guru, otras de las anécdotas del día fue que en dos o tres ocasiones me llamaron Guru a mí. Y en la última vuelta, un corredor, me llamó Saleta. Hasta el árbitro, que me acompañaba en bici, no pudo evitar reírse. Qué bueno fue eso.
Última vuelta Judith. Última vez que pasas por aquí. ¡Oh! Que gusto produce eso. Tomo la delantera con Nikki. Paso última vez por delante de Javi. Me da el último gel Maurten y me dice: “¡el último que te doy!”(señal de que quedaba poco). Y añade: “Qué guapa estás cariño”. Kilómetro 36 de la maratón de un Ironman y que tu marido te diga eso… como para no emocionarse. E instantes más tarde empiezo a escuchar: “Venga que la estás descolgando”. ¿En serio? No me lo podía creer. Eso fue el piropo de Javi, seguro. Es en ese momento cuando alucinas y ves la luz al final del túnel. Esa luz que me decía Locojuan que llegaría. Sin pensármelo dos veces, aprieto. Sí, sí, aprieto. Cuesta creer que pueda hacerlo ¿verdad? Yo también alucino conmigo; para que os voy a engañar. Subo el ritmo. Se nota y lo notan todos los corredores que a los que paso y con los que me cruzo. Y me vengo arriba al escuchar cosas como: “sabía que lo conseguirías”, “eres una pasada”… Y eso, aun me da más fuerza. Gracias a todos y a todos los corredores que no pararon de animarme fueran como fuesen. Estar todos sufriendo y que se molesten en gritarme, es increíble y es lo más bonito de este deporte. Como cruzarme con Eneko y que me animara a pesar de él no tener un buen día (¡gracias káiser!). Cruzarme con Merino, que siempre me anima con muchas fuerzas (gracias crack), con Carlos, Gus, Herruzo, Matos, Paco Silva, Ricard Marí, Juanmi, Álvaro, David, Raul… O disfrutar viendo volar a Javichu, a Gonzalo… Ver a todos los de Desam, a los de Sant Boi y a los del Baix Llobregat… Y a Juanan ¡por fin! Qué bueno verlo. “Enhorabuena finisher”.
Disfruté mucho de la última vuelta. No solo porque por fin se acababa. No solo por el carrerón que había hecho, ni por el resultado que estaba consiguiendo. Sino porque pude levantar un poco más la cabeza y mirar a la gente a la cara y sonreírles y agradecerles toda esa ayuda y cariño que me dieron. Pude ver a gente que oí, pude oír a gente que no vi, pude ver caras conocidas, pude buscar a quién quería y pude ver a gente que nunca me hubiera esperado ver allí y me gusto mucho. Siento mucho a los que no vi en carrera por no poder mirar, siento ir tan concentrada, pero que sepáis que os siento y os escucho. Gracias de corazón por hacerme hecho vivir esa gran fiesta. Y gracias a la organización por organizar este gran evento.
Qué gran carrera viví. Qué bonitos duelos tuve. Felicidades a Emma por su gran victoria. Nos mató en la bajada y nos remató en la maratón siendo más fuerte y más sólida que nosotras y se mereció esa victoria. Agradecida tanto a ella como a Niki el que me hicieran luchar de principio a fin.
Una larga distancia condiciona mucho. Lo hace antes, durante y después. Y cuando lo has dado todo, lo has luchado y lo has sacado con nota, te perdura el sentimiento de satisfacción por mucho tiempo. Casi tanto como el dolor de patas.
PD1: Agradecimiento especial a mi amigo Pere. Nunca será suficiente para agradecer tu entrega y pasión en esta carrera. Aun recuerdo estar comiendo juntos en el Tagliatella de Andorra junto con Ori y contarnos la noticia. Enhorabuena.
PD2: Os quiero aclarar lo del accidente que nadie se preocupe. Simplemente fue que “una tía” se cruzó en mi camino cuando no debía y tuve un choque frontal bastante fuerte. Eso hizo que el impacto del airbag contra mis piernas me provocara heridas y quemaduras por el fuerte golpe. Al momento pensé que me había roto las dos piernas. Luego me di cuenta que, como mucho, un gemelo. Y, al final, por suerte, solo fueron contusiones que me dejaron dos días tocada. Así que, no os preocupéis, que solo fue el susto. Y la frase de mi madre, que nunca tienen desperdicio: “Hija, ¿es que no puedes llegar a una carrera sin que te pase algo antes?”
PD3: gracias por todos vuestros mensajes. Siempre me escribís y me felicitáis, pero esta vez he recibido muchos mensajes donde me hacéis llegar vuestro reconocimiento por mi lucha y vuestra sorpresa por lo que hice el domingo con lo dura que fue la carrera. Y eso, motiva y se agradece mucho. Mil gracias a todos.