
Poco que destacar de una carrera que transcurrió a la perfección. Con un gran resultado y con muy buenas sensaciones en una prueba que me gustó mucho.
Como siempre podría contar mil anécdotas. Como la de hacer una hora más de coche por culpa de pasarnos la salida en un momento de estrés (con la peque llorando –odia el coche o, mejor dicho, odia estar atada y no poderse mover–). Pero no quiero hacer extensible esta crónica y dar más importancia, de la que realmente tienen, a ciertos detalles. Y más cuando estoy intentando que estos imprevistos no me afecten lo más mínimo a la hora de competir.
Bueno, empecemos por el principio…
Estando en boxes ya preparados para ir al agua, y arrancar la prueba, me doy cuenta que hay una chica pro extranjera (polaca) que no tenía controlada. Había pasado desapercibida hasta ese momento y yo ni si quiera había mirado la lista de inscritos. Me dicen que es campeona del mundo de acuatlón, que viene de la corta distancia y que ha ganado alguna copa del mundo. ¡Uf!, la previsión cambia a pocos minutos de arrancar la carrera. Cómo son las cosas. Sin embargo, salimos juntas del agua, lo cual me dio algo de alivio ya en el primer sector.
A pesar de las muchas dudas y las diversas mediciones, finalmente fue una natación con neopreno. La parte positiva es que se agradeció tener ese plus de flotabilidad en una natación dura por la fuerte corriente y el viento. La parte negativa fue que fuera pasamos mucho calor esperando con el neopreno puesto y luego en el agua también (al menos yo). Fue donde más calor pasé en toda la prueba. Se me hicieron muy agobiantes los últimos metros y salí muy acalorada. De hecho, hice una transición pésima por el aturdimiento que llevaba. Se me cayó dos veces el gorro camino boxes y me costó quitarme el neopreno que parecía tener pegado a la piel. En general, la hice muy lenta y veía como se escapaban mis perseguidoras, pero no quise estresarme más de la cuenta en ese momento. Sí, perseguidoras hasta ese momento porque no solo conseguí que no se escapara Alicja (la polaca) ni Yaiza ni Ariadna (dos grandes nadadoras), sino que conseguí tomar la delantera y dirigir el rumbo en la segunda vuelta de natación. Eso me dio confianza. Además, temía que al salir todos los participantes masculinos dos minutos antes que nosotras, y tener que efectuar muchos adelantamientos, eso rompiera el grupo. Sin embargo, sorteé bien la situación. Y he de reconocer que, aunque a veces esas salidas puedan jugar en nuestra contra, a mí me gusta el hecho de que salgamos más o menos todos a la vez y de esa forma haya más ambiente durante toda la carrera.
En bici fui entrando poco a poco. No quería volverme loca en los primeros kilómetros como hago siempre. Quería permitirme, en esta competición, ir gestionando bien todo y no ser tan impulsiva. Así que empecé el ascenso del primer puerto con calma hasta ir encontrando esas buenas sensaciones que siempre tardan un poco en llegar. En apenas dos kilómetros ya me coloqué en primera posición. Sin embargo, detrás mío escucho una advertencia del juez y veo que Alicje está pegada a mí. Corono el puerto y la situación sigue igual. Una segunda advertencia. De hecho, escucho un pitido y no sé si es aviso o le ha caído una sanción. Realmente se la estaba jugando mucho. Yo le eché un par de miradas (no suelo mirar hacia atrás, pero esa situación me estaba pareciendo muy descarada). Y, como veo que eso no cambia, decido regular, comer, beber y no desgastarme más de la cuenta en ese tramo de ligera ascensión y con el viento en contra. Pienso que me lo va a poner difícil y que su baza es quedarse detrás en bici e intentar estar más fresca para disputar la carrera a pie. Así que, llegados a ese punto, donde no preveo que vaya a tirar ella en bici, decido abrir gas. Tirar de impulso de nuevo; de garra. Y empiezo a pedalear con todas mis fuerzas y acoplada donde el terreno empieza a ser más favorable y más rápido, a pesar de que siguiéramos con el viento en contra. «Ahora o nunca» pensé en ese momento. A partir de ahí veo que he abierto una buena brecha y que la diferencia es cada vez más amplia. Eso me motiva, aunque no me da la seguridad suficiente para creer que esa ventaja podía ser bastante para que no me pudiera dar caza en la carrera a pie. Nunca es suficiente. Cómo somos. Jejejeje. Lo que hace la presión de ir en cabeza. Además, como sabéis, siempre puede pasar de todo, desde un pinchazo hasta un desfallecimiento teniendo en cuenta las condiciones extremas de ese día y en ese escenario.
Ver que mi ventaja era cada vez más amplia no fue lo único que hizo que me fuese creciendo, sino que el ver que no me alcanzaba ningún chico fue aún más motivador. Sino estaba dentro del top ten, lo estaría rozando y eso que habían salido dos minutos antes que nosotras. Así que me alegró ver que esa fuerza que acabé empleando en bici estaba siendo productiva. Fue un gran circuito. Dos vueltas con un bonito puerto y una zona rodadora. Lástima a un asfalto muy bacheado por culpa de todos los parches que tiene. Para mí, ese fue el único punto negativo de esta carrera. Ese asfalto necesita una renovación ¡ya! Yo solo pensaba en no caerme y daba miedo coger velocidad y acoplarse con esa carretera. Por suerte, no tuve ningún percance. Solo me dolía mucho la nariz. Sí. El casco me da en la cara y en la nariz (tengo la cabeza muy pequeña, por debajo del mínimo de la talla S de cualquier casco) y por culpa de los baches cada golpe me iba destrozando. «Eso ayuda a inhibir otros dolores», pensaba yo. «Mientras piensas en la nariz, no piensas en el dolor de piernas». Me intentaba convencer.
Un sector ciclista que me pasa un santiamén (2h16’). Cómo mola tener esa sensación. Cierto que eran 77 kilómetros, pero con mil metros positivos y con viento y mucho calor.
A ver como se me da la media maratón en el infierno…
¡Uf! Empiezo aturdida. Siento que el termómetro se dispara de golpe y mi cuerpo no sabe cómo reaccionar. Me da un vuelco el estómago y siento que me flojean las piernas, noto como si me fuera a caer. Pienso: «no voy a poder con esto». Y, entre esos pensamientos negativos, veo a Javi y me dice: “la polaca iba a unos tres minutos, pero dice tu padre que igual ahora es menos” Eso me aturde aún más. Determinación Judith. Me digo a mí misma. Y casi, por arte de magia, de golpe, consigo revertir la situación. Empiezo a correr fuerte y sorprendentemente el cuerpo y la cabeza responder con autoridad. En menos de un kilómetro soy capaz de ponerme a correr por debajo de 3’55 y sentirme cómoda en ese ritmo. Cómoda y fuerte para mantenerme sólida al menos en la primera vuelta y poder sentenciar la carrera. Poder administrar una ventaja que entonces sí me diera la garantía suficiente para defender el primer puesto hasta la meta.
A mitad de vuelta Javi me dice: más de siete minutos. (¡Aig! ¡Cómo la lían los abuelos! Jejeje). Y ya desde ese momento paso del miedo a la euforia y me limito a disfrutar de una carrera en la que me estaba encontrando pletórica. En la que me estaba encontrando más fuerte que nunca. En la que me estaba permitiendo fijarme en la técnica. Y, sobre todo, me estaba permitiendo interactuar al máximo con otros corredores, con el público, con los voluntarios y con los miembros de la organización.
Qué bien me encontré. Increíble. A pesar de ir relajada seguía corriendo rápido. No era capaz de frenarme más. Cómo se disfruta cuando tienes tan buenas sensaciones. Tuve el día. Y yo solo pensaba: ¡ojalá me encuentre igual de bien en Embrun! jejeje. Aunque sea al menos los primeros 10k.
El infierno no pudo conmigo. Cierto que suelo tolerar muy bien el calor y supongo que me crezco al ver que lo domino y no es capaz de doblegarme. Y más aún al ver que a la mayoría les pasa justo lo contrario. Los buenos avituallamientos fueron claves para no flaquear y tolerar las altas temperaturas. Y es que fue una auténtica gozada recibir una botella de agua bien fresquita constantemente. Hasta siete veces por vuelta podíamos avituallarnos (eran cuatro vueltas de 5’2km cada una). Además de dos duchas para refrescarnos y la posibilidad de coger un pañuelo empapado de agua fría en cada vuelta. Fue un gusto ir bebiendo agua fría continuamente y para mí es un detalle a ensalzar de la organización y los voluntarios que se implicaron al cien por cien para facilitarte cada paso por ellos. Igual que en la bici que podíamos coger hasta tres veces un bidón con agua fría. Yo cogí solo en la mitad de la segunda vuelta, cuando empezaba a recalentarme: y fue un gran alivio.
Me gustó mucho esta carrera. Me gustó mucho esta prueba. Una prueba sencilla pero que cuida los detalles importantes. Cuida al triatleta y nos ofrece lo que queremos y necesitamos. Una prueba preparada con mimo y con mucha y esmerada atención. Con grandes puntos a su favor. Me gustó mucho el tema boxes. El poder dejar la bici a lo ITU (metiendo la rueda entre dos barras). Me gustaron muchas cosas. También a destacar los buenos premios económicos y que este año los habían aumentado: 1600€ a los ganadores. Pero…, si me he de quedar con algo, es con el buen trato y la gran acogida que tuve. Desde que escribí a la organización, para decirles que me gustaría estar en su evento, todo fueron facilidades. Me recibieron con los brazos abiertos y tanto la organización como el concejal de deportes (que no solo formaba parte de ella, sino que estuvo dando agua… como el que más) vinieron a saludarme el día de antes y agradecerme mi participación en su prueba. “Gracias, el placer ha sido mío”. De igual forma, agradecerle al Hotel Zaytun su hospitalidad y todas las facilidades que me brindaron para que no me faltará de nada.
Pd: después de la prueba hablé con Alicja. Me cayó muy bien. Me estuvo contando que dejó el tri durante tres años por una enfermedad y que ahora lo había retomado después de estar haciendo ciclismo. Menos mal que lo del ciclismo no lo supe antes, jejejeje.