INFINITRI PEÑISCOLA

Esta crónica la empiezo a escribir tan solo dos horas después de cruzar la meta. Y lo hago en la cama del hotel, mientras mi niña duerme a mi lado, porque ha aguantado hasta que la “mami” la ha acurrucado en sus brazos y le ha dado su “tetita” para, por fin, dormir su siesta. Todo ello mientras, todos los supporters (Javi y los cuatro abuelos), comen tranquilamente, que se lo han ganado. ¡Qué diferentes son las cosas y que bonito es vivir esas “diferencias”!

¡Vamos a ello!

Primer tri de la temporada. Arranco la que diría que es, mi quinceava temporada de triatlón.

No ha sido fácil. Me está costando seguir. Me está costando encontrar esa motivación que antes tenía. Me está costando disfrutar como lo hacía antes. Me ha costado el camino hasta llegar aquí y me ha costado la competición. Soy realista.

Es cierto que las cosas cambian. La dedicación cesa. Porque ya no se puede tanto, pero, principalmente, porque yo lo elijo así. Estoy en un momento de mi vida que pienso que debo quitarle tiempo al triatlón para dedicárselo a otras cosas. A cosas que antes no se lo daba porque no quería o porque no podía. Dedicar tiempo a otras personas: a mi hija, a mi marido, a mi familia. ¡Y, a mí! A mi bienestar físico y mental. A pesar de ello, no quiero renunciar a nada; no quiero renunciar a entrenar ni a competir. Y no quiero porque esto es lo que me gusta, porque este es mi estilo de vida, mi rutina. Y porque, por ahora, ¡no sé hacer otra cosa! ¡Ni tampoco quiero!

Con esa contradicción vivo. Con ese dilema mental lucho a diario. Pero, por ahora, sigo aquí. No soy masoca, os lo aseguro, sin embargo, sí que soy una luchadora nata y considero que ahora me toca lidiar con esa batalla. Siento que debo intentarlo, siento que me lo debo a mí misma. Aunque lo fácil sería tirar la toalla (algo licito y muy respetable), siento que debo aceptar mi nueva versión y adecuarme a las circunstancias. Debo seguir aprendiendo de mí misma y conseguir lidiar con mis fantasmas para vencerles. No quiero perder mi luz, no quiero perder mi esencia. Soy deportista, soy triatleta y quiero continuar siéndolo.

Es cierto que siempre nos cuesta entrar a todos en la primera prueba del año. Nos cuesta situarnos en escena y sentirnos competitivos. Dudamos de nuestro estado de forma, de cómo vamos a rendir. Cuesta tenerlo de nuevo todo bajo control. El hecho de que sea una fecha tan temprana no ayuda. Y los días previos no ves claro el tener que competir ya. Estás con el abrigo puesto y piensas: pero ¿quién se va a poner a competir en bañador ahora? Sin embargo, por arte de magia, el calor y el sol llegaban para el día de la prueba.

Las ganas van llegando. Sin embargo, las dudas no cesan hasta el último momento. Y menos aún cuando, a falta de diez minutos, entro a “calentar” en el agua. Ya sabía que estaba muy fría, pero hasta que no la toqué, no pensaba que sería para tanto.  <Judith, déjalo, está congelada>, <¡Estás tonta!>, me respondo a mí misma. Y después de calentar, me doy cuenta que no es para tanto: 1-0, primer punto para mí. La intención era mantenerme invicta y dejar a cero el marcador contra mi otro yo. Ese “yo” tan negativo y destructivo. Lo conseguí, pero no me lo puso nada fácil.

No tuve buenas sensaciones en ningún momento, en ningún sector. Me defendí como pude, mantuve el tipo lo mejor que supe, pero me sentí floja, torpe, lenta, descentrada… y no sé cuántos calificativos más. Sentía que me pasaban fácil y yo no conseguía seguir a nadie: ni nadando, ni en bici. Se me hizo bola de principio a fin. Se me hizo largo y muy duro.

Como siempre tuve varios percances:

Nada más subirme a la bici, quise ponerme la visera del casco en el momento que había unos badenes y se me cayó. Aprovecho ahora para darle las gracias al hombre que la recogió y buscó a Javi para dársela. -¡Muchas gracias! Además, el casco era nuevo, recién estrenado.

A mitad del sector ciclista, se me apaga la pantalla del Garmin. Se me pasó cargarlo. Detalles en los que noto que no estoy centrada. Suerte que yo siempre voy por sensaciones y me da un poco igual los números. Además, el circuito te hacía muy bien el intuir cuánto llevabas. Lo único que, igual que no sabemos estar un día sin móvil, yo no puedo estar ni cinco minutos sin mirar el dispositivo cuando voy en bici.

En el primer giro de 180 grados, casi me voy a la cuneta y tuve que descalarme. Por suerte lo salvé. Y al llegar a la T2 casi me voy al suelo al bajarme de la bici. Son las consecuencias de no coger apenas la cabra y hacer más indoor que nunca. Pagué caro el llevar pocas horas de entreno con la bici de crono. Se me cargaron muchos los aductores y el cuello, además de no sentirme ni cómoda ni habilidosa. Y es que, ahora hago más rodillo que otra cosa, por una cuestión de optimizar tiempo y cuando salgo, lo hago casi siempre con la de ruta. Tan solo por una cuestión de comodidad, no quiero llegar a casa sin poderme mover, con dolor en las lumbares y cargada de cervicales… Necesito llegar y sentirme bien, sino no hay quién siga a mi niña en el parque (jejejeje). Pero, hoy he sentido que me ha penalizado mucho eso.

 

En cuanto al resultado, no ha ido mal la cosa. Había un gran nivel, prácticamente todas las participantes extranjeras e internacionales, con un gran currículo a sus espaldas. A algunas las conocía, otras ni me sonaban. Muchas chicas jóvenes y prácticamente todas (por no decir todas) más jóvenes que yo. No aspiraba a nada, realmente veía que hasta meterse en el top5 iba a ser complicado. He salido sexta del agua, pero me he puesto quinta después de que Yaiza tuviera un problema técnico nada más subirse a la bici delante mío. He hecho un adelantamiento en bici, pero a mí me han pasado dos. Y en la carrera a pie he recuperado un puesto en los primeros kilómetros. Luego se ha mantenido así la cosa. Muy lejos de la de delante, aunque, por suerte, mucha ventaja también por detrás; lo que me ha ayudado a mantenerme estable en la carrera a pie.

Me ha encantado la prueba. Me ha gustado: el escenario, los circuitos, el ambiente… Todo era fácil, correcto, claro y conciso. Enhorabuena a la organización. No sabría encontrarle ningún “pero” y destacaría muchas cosas positivas: la meta mola mucho, la comida del post meta más todavía. Los dos puntos de música en directo con batucada en la carrera a pie motivaban muchísimo. Los voluntarios super atentos y simpáticos. A mí me gusta dar las gracias a todos al entregarme la botella de agua, o lo que necesite, pero más aún: que me las devuelvan. Y el que se quiten fáciles las pegatinas del casco y de la bici sin dejar rastro, ya es lo más. Darle la receta al resto, por favor (jejejeje). Y un olé por el hecho de que el hotel oficial te permita hacer el check out hasta las cuatro de la tarde y que eso te permita volver a ducharte y recoger tranquilamente. Todo han sido comodidades. Gracias por la invitación, muy agradecida.

Lo más triste del día: ver tanto drafting. He visto mucha gente literalmente a rueda. Y he visto grupos numerosos que se han mantenido en bloque de principio a fin. Qué descaro. Sé que es meterme en un jardín. No voy a señalar a nadie con el dedo, pero no puedo callarme. Y esto no es cosa de la organización, ni de los árbitros. Es cosa nuestra. Es cosa tuya. Chicos: así no son las reglas del juego. Eso no es nada deportivo. No son valores y mucho menos ético. “Sois unos tramposos”.

Lo más bonito, volver a ver a tantos amigos y compañeros y recibir tantos ánimos y muestras de cariño. ¡Gracias!

Ahora toca hacer análisis. Escucharme a mí misma y SEGUIR. Eso es lo que quiero.

No sé si lo voy a conseguir, pero… al menos: ¡voy a intentarlo!

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