MEDITERRANEAN EPIC TRIATHLON

El Mediterranean Epic Triathlon era para mí más que una competición. Era un evento deportivo del cual formaba parte como embajadora. Meses atrás (agosto del año pasado si no recuerdo mal), la organización me ofrece ser embajadora junto a otros deportistas y, una vez me cuenta su proyecto, acepto encantada la invitación. Era todo un honor que contaran conmigo y ser parte de un “equipo” que estaba capitaneado (nunca mejor dicho) por el gran Javi Gómez Noya.

No hace falta decir que no nos ha faltado de nada desde el primer día hasta el último. También os podéis imaginar que esta experiencia ha sido brutal y que ha estado cargada de grandes momentos, grandes anécdotas y muchas risas. Inolvidable.

Pero no me olvidaba de que venía a competir. Venía a disputar un half exigente y mi tercera carrera consecutiva en solo cuatro semanas. No os voy a engañar que venir de hacer dos grandes resultados me daba tranquilidad. Sentía que podía permitirme el lujo de fallar y que, si fuera así, sería totalmente entendible. Y a la misma vez, me daba mucha seguridad. Seguridad de saber que estaba en un gran momento de forma, que las cosas se estaban haciendo bien y que tanto física como anímicamente me encontraba más enérgica que nunca. Cierto es que después de Pamplona me vino todo el cansancio (normal, ¿no?), pero, aun así, me estaba encontrando bien y el cuerpo seguía respondiendo en los entrenos. Tanto es así que, junto a mi entrenador Carles Tur, decidimos no bajar la guardia y ponernos a trabajar ya para grandes objetivos que están cerca.

Así que, aun con la sensación de no llegar al 100%, me sentía fuerte y con ganas de sacar una buena carrera y de luchar por la victoria a pesar de tener rivales que iban a por ese mismo objetivo. Y de demostrarme a mí misma que podía seguir sumando grandes carreras a pesar del tute que llevaba. Ganas no me faltaban, y nervios tampoco. Por más que sentía que llegaba más tranquila que nunca a una prueba, el día previo ya se apoderaron de mi todos esos temores: miedos, dudas, incertidumbres, respeto a las bajadas, respeto al calor, a las rivales, etc.

Sábado 8:02h. Temperatura del agua: 19 grados. Empieza la carrera élite femenina. Por delante tenemos a la élite masculina con dos minutos de ventaja. Hago una mala entrada después de tropezar en el foso que había. Eso me deja unos metros rezagada ante Saleta y Laura, pero lucho por alcanzarlas y enseguida lo consigo. Sobre los 500 metros me pongo a liderar la prueba, aunque presiento que Laura viene detrás. Lucho durante todo el recorrido con fuerza intentando alejarme unos metros, pero a la llegada a la playa veo que no lo he conseguido. Aun así, estoy contenta de finalizar el primer segmento con buenas sensaciones y de haberlo disfrutado.

Se nadó de lujo. No solo por un mar en calma y cristalino, sino que el recorrido a dos vueltas cortas y con el giro sin salir del agua (para mí fue un gran acierto). Hizo que se pasara la natación de un plumazo.

No os penséis que la salida del agua fue mejor que la entrada. Volví a darme un bañito en el foso y protagonicé el momento cómico del día. ¡Ya has cubierto el cupo de pifias hoy Judith! Me dije. Sin embargo, venía otra. Hago una rápida transición y consigo abrir hueco con Laura, pero nada más subirme a la bici, me vuelve a saltar el Garmin (tercera carrera consecutiva que me pasa y eso que había cambiado el ajuste y confiaba en que funcionaría). ¡Otra vez no! ¿Qué hago? No podía parar y perder esos segundos de ventaja.Decido seguir, como lo hice en Pamplona, confiando que el que lo viera y lo cogiera, lo devolvería a la organización. Pero esta vez, por desgracia, no fue así. Pues nada, otra carrera a pelo. Venga Judith que ya eres toda una experta.  Así que yo no os puedo hablar de watios ni números ni nada. Jejejeje

Salí a por todas en bici. No solo con la estrategia de intentar soltar a Laura, sino, por qué no reconocerlo, me apetecía probarme, estrujarme y ver de lo que era capaz. Ya que no tenía datos (aunque me hubiera gustado verlos y comparar si mis sensaciones se asemejaban a la realidad en cuanto a ritmo y watios) quería luchar con fuerza kilómetro a kilómetro. Sin inmolarme. ¡claro! Siempre guardando ese punto para llegar a la carrera a pie con garantías, pero intentando ganar la mayor renta posible e intentar defender esa primera plaza hasta el final.

Me sentí fuerte. Me sentí ágil. Me sentí entera en todo momento. El calor apretó. Sin embargo, a pesar de la sensación de sed, de sobrecalentón, de algún amago de rampa y de notar los isquios tensos, las sensaciones en general fueron muy buenas. Eso me iba dando confianza, y más rodando a la intensidad que lo estaba haciendo. Donde tuve tensión fue en la bajada. No quería perder la estela de los chicos que tenía delante y me la jugué bastante. Me acojoné en un par de curvas. Judith, tampoco hay que jugarse la vida. Tuve un par de sustos por arriesgar y eso hizo que levantará el pie y dejara escapar las referencias. Pero, cuando llegaba el llano o la subida los volvía alcanzar. No hay más satisfacción que esa. La de ver que estas luchando con chicos élite, como una más en la pelea por el top 10 de la general y puedes dar la cara como uno más.

   

El sector ciclista no solo se me pasó muy rápido, sino que me encantó. Me fascinó el recorrido. Y, al igual que la natación, hacer dos vueltas iguales de escasos cuarenta y cuatro kilómetros me pareció ideal.

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Llego a la T2 convenciéndome de que llevo una sólida ventaja ante mis rivales ya que, en el paso por vuelta, pude comprobar que tenía varios minutos de renta. Aun así, salgo fuerte a correr. No quiero relajarme hasta que compruebe de cuánto es esa ventaja realmente. Nunca se sabe lo que puede pasar.  Sin embargo, nada más empezar a correr, veo a Laura, ya fuera de carrera animando junto a Llibert y en el kilómetro 2 veo que Saleta aún está terminando la bici. Así que, me dije: ahora sí Judith. Esto hoy es tuyo.

 

 

No os podéis imaginar como disfruté de la carrera a pie. Pude saborear lo tranquila que se corre con una renta de más de quince minutos. Pude disfrutar del recorrido, de la gente, de cruzarme con el resto de triatletas… Pude cerciorarme del gran momento de forma que estoy viviendo y de lo bonito que es obtener la recompensa a ese duro esfuerzo diario. Solo una ampolla en el puente de pie, por culpa de echarme tanta agua encima, me mermó esa felicidad. Y la subida “toca narices” al Paseo del faro de Oropesa también nos borró la sonrisa a todos. ¡Vaya encerrona! Jejejeje. Nos pilló a todos (o a casi todos) por sorpresa. Pero como dijo Hector (el organizador): sino no sería EPIC TRIATHLON, sino “triatlón facilón”. Jejeje. Qué razón tenía. Así que ya estábamos advertidos.

 

Un fin de semana para enmarcar, en el que pude disfrutar de una gran prueba, de un gran evento, pero, sobre todo, de grandes personas, de grandes compañeros, de grandes cracks y de grandes amigos. Fue un premio coincidir prácticamente toda la carrera con mi amigo «nano». Como me dijiste: ni planeado. jejejeje. Así que nadie piense mal, que fruto de la casualidad. Por cierto, gracias por el detallazo de frenarte en meta para no quitarme protagonismo. Eres muy crack.

Contenta de coincidir una vez más con Noya. Contenta de compartir pódium y experiencia con Saleta. Contenta de conocer a Indre. Y contenta de coincidir con Morenito. Qué ilusión que seamos compañeros de equipo y que subiéramos los dos al pódium en esta carrera (la primera para él con estos colores).

Gracias Hector, Jesús y Ramón por todo el cariño recibido. Y enhorabuena por lo que habéis logrado.

La guinda la pone el Team koraxan. Qué bueno que estuviéramos varios allí y que pudiéramos vivir esto juntos (lástima las dos bajas de última hora por lesión y Covid).

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