HALF PAMPLONA TRIATHLON 2022

Sábado 14 de mayo, 13:30h. Pamplona. Campeonato de España de Media Distancia. Tenía por delante uno de los mayores retos a los que me he enfrentado hasta ahora: completar un half solo seis días después de completar un full.

Cuesta ver las opciones de estar en la línea de salida cuando, el jueves, dos días antes de la prueba, sigues bajando las escaleras de espaldas. Y no exagero. Cuidé todos los detalles desde que crucé la meta del 140.6INN el pasado domingo. Entrené (o me moví) lo justo (solo dos sesiones fáciles de rodillo y dos días de dos mil metros de nado continuo), hice dos sesiones de recuperación con mi fisio y cuidé la alimentación y la suplementación al milímetro. A pesar de todo, como era de esperar, la fatiga seguía siendo notable cinco días después de la prueba. Sobre todo a nivel muscular. Lo comprobé el viernes cuando corrí por primera vez y noté como las ”patas” seguían resentidas. Me preocupaba las molestias que tenía en un gemelo. Aparecieron ya en mitad de la maratón del larga distancia. Quizá como consecuencia de llevar, en un dedo, una gran ampolla que me condicionó la pisada. Son de esas cosillas tontas que te dan guerra y te amargan la competición. Me costaba ver la luz al final del túnel. A solo veinticuatro horas de la prueba me costaba verme compitiendo. Sabía que iba a ser duro y venia mentalizada para ello. Sabía que iba a sufrir. Lo que no quería era correr con dolor y mucho menos lesionarme. Pero estaba allí por un motivo: luchar por el título de Campeonas de España por equipos junto a Nats y María. Y eso me motivaba muchísimo. Además, me había comprometido a ello y no podía fallar. Así que, debía poner todo de mi parte; no solo por mí, sino por el bien del equipo. ¡Bonita responsabilidad!

13:32h. Empieza la prueba élite femenina. Lo hacemos dos minutos más tarde que los chicos élite. Fue un gustazo meterse en el agua. Además del calor infernal del día y que llevábamos una hora con el neopreno puesto, a quién no le apetecía un bañito. Lo malo, fue que en vez de refrescarme me sofoqué más. El ritmo fue agónico desde la primera brazada. Quería luchar por estar delante y, después de quedarme cortada en los primeros metros por una triatleta, me fue imposible alcanzar a Helene y Marta, a pesar de ir viendo su estela. No quería rendirme y, pese sentir que estaba consumiendo toda la energía que tenía, no iba a dejar de luchar hasta que se agotara. La motivación fue ir pasando chicos, cosa que siempre mola y ameniza la nadada. Menos mal, porque se me estaba haciendo muy larga. Aunque lo que sí se me hizo larga fue la dura rampa que tocaba trepar hasta boxes. ¡Madre mía! Casi muero. Lactato hasta en las orejas y yo pensando: ¿Dónde me he metido? Solo esperaba que en ese momento las malas sensaciones fuesen igual para todos porque si no, no iba a llegar ni a la vuelta de la esquina.

En la T1 protagonicé el show del día. La lie bien liada para subirme a la bici y calzarme las botas. Un verdadero drama. La suerte fue que no me cayese. Subiendo la rampa pillé la primera pájara del día y allí no había quién diese pie con bola. Para colmo, en medio de esa pelea con mis zapatillas, me salta el Garmin y veo como cae al suelo sin yo tener intención alguna de pararme. Suerte que hay buena gente y el chico que lo vio caer se lo dio a la organización para que me lo hicieran llegar ¡Muchas gracias a ambos! ¡Ala Judith! Otra bici a ciegas. ¡Qué desastre! Suerte que el día de antes vi el circuito en coche y podría tener alguna referencia de por dónde iba y cuánto quedaba. Lo malo, como siempre, es gestionar las ingestas. Lo demás era secundario.

Me pongo a pedalear como una loca y siento que llevo el pulso a mil y las piernas a punto de estallar y ahí, es cuando me digo: Judith, regula que sino no acabas hoy. A pesar de ir con la sensación de “batería baja” en todo momento, no quería, ni podía, dejar de luchar. El gen competitivo siempre aflora. Sin embargo, debía competir con más cabeza que nunca.

Veo que voy alcanzando a Marta y, sin dejarme llevar por la emoción, me acerco a ella y justo cuando la pillo, me rebasa Laura con un grupo de chicos. Lucho por subirme al tren en el vagón de cola después de ver que Marta también se une. Segundo calentón del día. Y eso que debía regular. Pero la mentalidad ganadora también estaba presente y no quería quedarse atrás. Por más que la quise convencer de que no era el día para nosotras, ella seguía erre que erre.

Los kilómetros, con tanta gente, se hacen complicados. El miedo de meterme en zona drafting hace que acabe alejándome más y pegue tirones que no ayudan nada cuando no estás fresca. Así que decido actuar y avanzar para no perder el segundo grupo de carrera, pero ya es tarde. Laura se ha ido. La carrera empieza a romperse. Toca recomponerla Judith. Entro en modo persecución y, aunque mi cuerpo lleva el piloto rojo encendido, siento que puedo aguantar en reserva muchos kilómetros (o al menos trato de convencerme de ello). Lo que sí que necesitaba repostar era mi bidón de agua. ¡Qué sed! Y ¡Que calor! Notaba la boca seca en todo momento y una sensación de mareo constante. Mi miedo no era el luchar en vano, sino fastidiar la carrera y desfallecer por arriesgar más de la cuenta. Mi cometido estaba claro y no podía cargármelo a mi antojo.

Consigo llegar a la cabeza de carrera (calculo que entre el kilómetro 60 y 70). Me emociono por ello y me siento orgullosa. Eso sí, no me queda más remedio que quedarme atrás cerrando el grupo. Helene en cabeza, seguida por Laura y por mí. Como le dije luego a Helene, sentí no haberle podido hacer ni un relevo. Así que me alegro de que se llevara la victoria porque tiró ella solita toda la bici(al menos el tiempo que yo estuve allí). ¡Enhorabuena compañera!

Se acaba el sector de ciclismo. Por cierto, uno de los más bonitos que he hecho. Me encantó.

T2 muy rápida (es lo que tiene llevar los calcetines puestos desde la T1). Y ahí, vivo un momento único en mi carrera deportiva: el de ir primera y querer que me adelanten rápido. Jajajaja. Podéis imaginaros cómo me bajé de la bici. Cuarta pájara del día, ¿o quinta? ¡No sé! Yo solo quería quedarme tranquilita, intentar poner piloto automático y… ya llegaré. No os voy negar que en esos primeros metros me sentí fundida. La batería estaba al 1% y sentía que en cualquier momento me iba a apagar. Me pasa Helene y poco después Laura. Ahora: a, saber, gestionar esto. A, saber, luchar contra este bajón y a, confiar, que el cuerpo te responda hasta meta. Me dije. Soñaba con poder acabar tercera, soñaba en conseguir subirme al pódium y en firmar un gran logro. Sin embargo, sentía que la realidad iba a ser muy distinta. Que iba a ser adelantada por varias triatletas y que solo podría luchar por acabar y llegar con dignidad a la meta. ¡Está muy bien Judith! Genial después de lo que llevas encima. Me dije al visualizar esa situación.

 

Costó entrar. La dureza del circuito desde los primeros metros no ayudaba. Muscularmente me sentía mejor de lo esperado. Sin embargo, sentía que no tenía energía, que me flojeaban las piernas. La sensación de sed y calor aumentaba y yo solo luchaba por controlar eso. Empiezas a ver a gente. Empiezas a sentir los ánimos del público y es uno de esos momentos que no quieres ni que te animen ¡Perdonarme! Es lo que te dice el demonio que llevas dentro en momentos como esos. No quieres que nadie te mire. Solo quieres llevar tu sufrimiento en soledad para no dar pena; aunque ya te la estás dando a ti misma. Pero, en cuestión de segundos, la cordura se impone al resto de estados y gobierna en mi cabeza con autoridad. Y me dice: ¡Judith!: levanta la cabeza, abre los ojos y agudiza el oido. Sonríe en la medida que puedas. Y, sobre todo, disfruta de esto. Disfruta de correr por fin en ese Pamplona que llevabas años deseándolo. Disfruta de volver a correr en el norte. En una carrera única y mítica. Quizá hoy es el mejor día para estar aquí. El mejor día para que te alienten, para que te empujen y para que te ayuden a lograr lo que estás consiguiendo, porque no dudes, que lo que estás haciendo es una proeza.

 

No sé si fueron mis pensamientos positivos, el buffle de César entonando mi música favorita para correr, los ánimos de Edu, Mikel, mis padres, Ruth, Ferdy… y los de todos los allí presentes o el conjunto de todo eso (seguramente). Pero conseguí reponerme. Conseguí volver a ser yo y luchar cada kilómetro como si fuera el último, Sin mirar más allá.

Funcionó. La máquina se engrasaba de nuevo y me fui viniendo arriba. Aunque el subidón fue ver a Laura delante. Le estaba recortando. Quise controlar, pero la adrenalina del momento me superó y yo la superé a ella. Sin saber muy bien que estaba haciendo y por qué. Creyendo que ese movimiento me podría costar la partida, pero ya no había vuelta atrás.

¡Judith! ¿De dónde sacas las fuerzas? No logró entenderlo. La gente me lo preguntaba, pero no tengo respuesta. Yo misma me sorprendo. Yo misma alucino de lo que soy capaz de hacer. De cómo consigo pasar de la pena a la gloria y de cómo consigo inhibir todos los males, todos dolores (ni el gemelo ni la ampolla me molestaron corriendo). No os mentí cuando muchos de vosotros, esa misma mañana, me preguntasteis si estaba recuperada del full y yo os decía que no. No os miento cuando os cuento cómo me sentía minutos previos a este momento. Creedme. Y tampoco os miento cuando os digo que no sé qué fórmula utiliza mi cuerpo, mi cabeza y mi corazón para revertir la situación.

Luché la segunda vuelta para mantener esa gloriosa posición. Las piernas respondieron muy bien y pude dejarme llevar en las bajadas para compensar ritmo con las duras subidas. Un fuerte flato (aunque hoy, me ha confirmado mi fisio que era el diafragma, ya que seguía con el dolor) se apoderó de mí y me trastocó de nuevo mi marcheta, pero conseguí lidiar con ello también.

Volver a pasar por la Plaza del Castillo marcó la cuenta atrás. Lo tienes Judith, esto ya nadie te lo quita. Por si yo no me lo había repetido suficientes veces a mí misma, los speakers me lo recordaban: Campeona de España de Larga Distancia, hace tan solo seis días y está luchando por el Campeonato de Media. Yo solo luchaba por acabar. La primera posición estaba clara. Aunque la gente me seguía marcando referencias y diciéndome que Helene estaba cerca. Suficiente por hoy. pensaba. Tampoco os vengáis tan arriba. Jejejeje.

Cómo disfruté los kilómetros finales. Y no solo por compartirlos con Ana, una deportista a la que entreno y aprecio mucho. Empecé a saborear lo conseguido, aunque seguía sin dar crédito. El periplo competitivo entre la larga y la media llegaba a su fin y solo quedaba asimilarlo, saborearlo y celebrarlo. Mi hazaña se empezaba a escribir en grande en mi curriculum deportivo. ¡Ole tú! Lo has logrado Judith. Increíble. Alucinante. Bárbaro.

Subcampeona de España de Media distancia y Campeonas de España de Media Distancia por equipos. ¡Sí! ¡Lo conseguimos! Enhorabuena chicas. Tres guerreras que vinimos a luchar por un título y a pesar de no llegar al 100% ninguna de las tres, cumplimos nuestra función. Las tres teníamos claro que las otras dos no iban a fallar y por eso, cada una de nosotras, tampoco. Orgullosa de ellas y orgullosa de formar parte de este gran equipo.

Qué bonito es que la gente reconozca tu gesta. Y que también lo hiciera en persona el presidente de la Federación Española de Triatlón, para mí fue un gran regalo ¡Gracias por el reconocimiento!

Sigo abrumada por todas las felicitaciones que recibí y sigo recibiendo. Por ambos campeonatos, por ambos títulos. Gracias a todos. Ha sido muy bonito recibir tanto cariño y, más que por los resultados, la gente valore mi esfuerzo y entereza ¡Gracias!

Me quedo con ver que he conseguido hasta sorprender a la gente que está a mi lado (Javi, mis padres, mi hermana…). Porque ellos me han visto bajar las escaleras de espaldas hasta el jueves. Y aunque confíen mucho en mí, y en que podía hacer una gran carrera, esto ha superado todas las expectativas. Hasta las de mi entrenador Carles Tur, que ya el lunes me había marcado correr. Y cuando acabé el sábado me dijo: Judith mejor el lunes no corremos. Jejejeje. Gracias Carles, esto es sin duda gracias a tu trabajo.

Permitirme que siga soñando un poquito más.

PD: no solo yo conseguí esta hazaña. También lo hicieron Bruna Mahn y Pello Osoro (siento que, si alguien más lo hizo, lo desconozco). Así que: ¡enhorabuena! Aunque lo de Pello no sorprende, ¿no? Mejor no os cuento que el domingo nos encontramos pedaleando en Zarautz y reconociendo el nuevo circuito que nos espera. Que precisamente, no es el ideal para soltar piernas el día después de carrera. Aunque, que consté en acta, yo tuve que poner pie en el suelo y subir andando (no es dejéis engañar por el video que pusimos). Así que el más loco aquí sigue siendo Pello. Jejejeje

 

 

 

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