EN OTRO CONTINENTE.

Martes 2 de agosto, 13h del mediodía hora local (en España seis horas menos). Aterrizo en Filipinas; Concretamente en Cebú, ciudad donde se ha de celebrar la competición del domingo 7 de agosto —IRONMAN 70.3 PHILIPPINES ASIA-PACÍFIC CHAMPIONSHIP—. Una aventura nueva y desconocida para mí donde la competición iba a ser la excusa para viajar y conocer mundo. Como lo está siendo hasta ahora (por eso competimos, je,je).

Desde que llegué, supe que esto iba a ser más que una aventura. Las altas temperaturas y la humedad resultaban insoportables; más difíciles de llevar de lo que me pensaba. Además, me encontré con el consabido y temido problema del “jet lag”; situación que hasta ese momento no conocía y que hizo que me pasara las noches en vela. Era desesperante. Y más cuando has venido a competir y lo que necesitas es descansar. Lo peor… que, entre el sueño y el calor, estaba “KO”. Me encontraba muy floja. Agotada. «Esperemos que me acostumbre a esto porque… si no…, va a ser imposible competir así ¡No me aguanto en pie!» —me decía a mí misma.

Otras de las dificultades que me encontré, fueron las infraestructuras. Cebú es una ciudad caótica. Las calles no tienen ni arcén. Allí conviven en dos carriles cientos de vehículos (motos, tuctucs, carros, taxis, coches…) que se cruzan, pitan y paran constantemente. Los peatones que andábamos por allí, íbamos por un ladito, rezando para que no nos atropellasen. «Pero… ¿Dónde me he metido?… ¡Ni loca voy en bici por aquí! »

IMG-20160809-WA0000image

Viendo cómo estaban las cosas, sin atreverme a coger la bici y agotada para poder correr, decido probar suerte con la parte de natación. Pues…, por surrealista que os pueda parecer, tampoco pude. Las playas aquí son privadas. Las compran los hoteles (los de cuatro y cinco estrellas, claro. Los otros no alcanzan a esas posibilidades) y solo tienes acceso si te hospedas en alguno de ellos. No era mi caso. Yo estaba en uno más modesto y asequible económicamente, como podréis comprender (Filipinas es barato…, salvo que quieras vivir como un rey).

Después de un día de impedimentos, al día siguiente, decido ir al hotel de la organización (uno de los hoteles más “tops” de Cebú), a pesar de que se encontraba a 4 kilómetros del nuestro. Y…, para rizar el rizo (si es que cabían más cosas), Van y me dicen que si no estamos hospedados en ese hotel, no se puede entrar a nadar; que será a partir del viernes cuando los competidores tendremos acceso. Y además, que solo en horarios concretos. «¡Fantástico! Lo que nos faltaba».

Intentando que esas pegas no me afectasen, de cara a la competición, cambié el chip. Le di un giro de 180 grados y decidí que, a partir de ese momento, mis vacaciones empezaban a ser una prioridad frente a la carrera. «Ya haré un paréntesis para competir y… ¡¡¡Qué sea lo que Dios quiera!!!». Así que: mochila y hacer turismo dos días por todos aquellos lugares. «¡Hasta el viernes!» Dos días inolvidables donde vi playas y rincones de encanto. Y la experiencia única de bañarnos con tiburones ballenas. Alucinante.

DCIM104GOPRO

DCIM104GOPRO

Llegó el viernes. Volvemos al hotel de la organización y nada más llegar veo un cartel gigante donde salimos los Pros. ¡Impresionante! Yo allí fotografiada junto a las, y a los, más grandes. Aquello era otro mundo ya. Nadamos,por fin, en la increíble playa donde iba a competir. Ahí, fue el momento en el que me di cuenta de que había valido la pena venir a esa competición. Solo por nadar en ese mar, con un agua cristalina, con peces de colores, con estrellas de mar y coral en el fondo… Os lo aseguro. Vale la pena. Eso sí, el agua, a 27 grados. «¡Como para cocerse!».

image

14.30 horas. Brefing de Pros donde, además de cerciorarme del nivel y la cantidad de Pros que había, me doy cuenta que, sin inglés, no se puede ser Pro. No solo por no enterarme bien de las cosas (algo importantísimo para la carrera) sino porque te sientes ridícula…, fuera de lugar. Es cierto que yo allí era una desconocida para todos. Solo había que ver (en la presentación que nos hicieron) que todas tenían un gran palmarés y unos excelentes resultados internacionales. Y sin embargo, en mi ficha, solo constaba mi currículum profesional y tres resultados destacables de este año en España (Tal y como os lo cuento. Y no será por carreras que he hecho. Digo yo…).

A pesar de ello, me sentía orgullosa de estar allí y poder competir junto a las mejores en una carrera de tanto nivel y repercusión internacional y vivir esa experiencia. «Ya lucharé por sumar buenos resultados a mi palmarés» —Me dije.

Aunque reconozco que lo que peor llevo de las competiciones son las ruedas de prensa y el sentirme un poco el centro de atención; en aquel momento fue una inyección de moral para la carrera. Me dio la sensación que las fuerzas empezaban a llegarme ¡Por fin!.

Sábado. Metida ya en la carrera. Cogí la bici desde mi hotel para ir a boxes. Iba “acojonada” por los 4kms que tenía que hacer. Por suerte, llevaba a mi guardaespaldas, Javi iba detrás escoltándome con un taxi. «¡Que haría sin él!». Sobreviví, pero parecía que los hándicaps seguían ahí como sombras que no ves; y… en los últimos metros…, pinché. ¡Buaf! Lo que me faltaba, «La Ley de Murphye» —Pensé. La suerte está vez no iba conmigo. Pero con la intención de que nada de eso me desconcertara, me fui al bike point a que me lo arreglaran. Tengo que reconocer que por ser pro, me dieron prioridad. Y en una hora, en la que aproveché para darme un último baño en la playa, y ver el recorrido, la fui a recoger y la dejé en boxes. Aunque me hubiera gustado probarla, pero ya no se podía hacer más y…, lo que quedaba de tiempo…, tocaba descansar.

IMG-20160809-WA0008

Domingo. Me despierto con ganas, preparo todo y, al salir del hotel, se me cae un bidón Recuperat-ion y se me raja por el culo. «Pero…¿Qué me pasa a mí en esta carrera? ¿Tengo la negra o qué?».Quería ir a lo seguro y llevar mis bidones y mis sales controladas. Con ese clima y sin convencerme los avituallamientos en carrera, no quería arriesgarme. Intenté conseguir en boxes un bidón pero no hubo suerte. Aunque una chica de la organización (una que se dedicaba exclusivamente para atender a los Pros) me dijo que me conseguiría uno, el bidón no llegaba. Me dijo que me marchase tranquila al agua y que me lo traería y me lo cambiaría por el mío. Yo había dejado el bidón boca abajo medio metido en el portabidones, para que no perdiera líquido, y ella solo tenía que transferirlo. Por supuesto, ya os lo adelanto, el bidón nunca llegó, y en la T1 me deshice de él.

Bueno…, tocaba ir a la línea de salida y olvidarse de todo aquello. Mira que estaba siendo anecdótico y raro todo lo que me estaba pasando. Tanto, que ni fui al baño; cuando siempre suelo ir al menos tres veces. ¡Era Increible!

IMG-20160809-WA0002

6.22 horas. Bocinazo de salida y empieza la prueba. Rápidamente me coloco bien y veo que estoy nadando junto a las dos favoritas. Aunque, en cuestión de metros, empezamos a comernos filipinos. Lo siento por la expresión que he utilizado, pero fue literal. Habían salido dos minutos antes que nosotras (los filipinos élite y el resto de pros). En ese momento pierdo los pies de Vodickova y los de Steffen y me quedo con otra que rápido dejo atrás. Hago toda la segunda recta de vuelta en solitario viendo de lejos la estela de las que, intuyo, son las primeras. Recta, con mar movido, pero con unas espectaculares vistas que incluso lograron sacarme una sonrisa en el agua al ver aquel espectáculo en competición.

Una Natación muy limpia y cómoda, y con muy buenas sensaciones, en el día de mi estreno con él Sailfish Rebbel.

Llego a la T1 y veo que justo en ese momento Vodickova salía con la bici. Creí que Steffan por delante ya, pero por lo visto (Me lo dijo Javi. Yo ni me enteré) ella salió a 10”de mí. Me adelantó estando en la T1 sin enterarme. Imaginaros si hice la transición lenta que ni la vi, pero ni a lo lejos ya una vez en la bici. Lo de ellas dos era otra liga. Aunque yo estaba ahí. Habia salido del agua en posiciones de pòdium y… por lo que vi en la T1, abriendo algo de hueco por detrás.

Bici muy rápida y muy llana. Una carretera larga sin más por donde hacíamos un recorrido de ida y vuelta en la que sufrimos el viento en una única dirección y lo disfrutamos a favor en la contraria. Ahí pude sacarle provecho a la lenticular y rodar por encima de los 44 km/h en muchos tramos (cuando el viento iba favor, claro. Y sin nada de bajada). Un circuito muy aburrido de no haber sido por el público. Durante el recorrido de bici no había ni un palmo de la carretera en el que no hubiera gente (no os exagero). Pensar que eran 60km a lo largo y que en los dos extremos de la carretera había un cordón continuo de personas. Era asombroso. Si hasta costaba ver los avituallamientos.

Bici dura psicológicamente donde te obligaba a pedalear constantemente. Yo, me estaba dejando la vida. Pero tuvo su recompensa al ver que mantenía la tercera posición. Por delante el hueco era cada vez mayor, y por detrás también. Es cierto, que la cuarta se mantenía cerca y apretando, sin embargo la quinta lo hacía algo más rezagada y la sexta ni se veía. Iba contenta por encontrarme dentro del Top 5 y todavía en posiciones de pódium.

image

La parte final se me hizo eterna. Cansada ya de pedalear (por suerte más psicológica que físicamente) y con mucho dolor en mis partes íntimas (de mantener la misma posición y por ser una carretera con un mal asfalto y mucho bache). Tanto era así, que en uno de ellos, del golpe, se me bajo el manillar «¡Otra vez no!»-. Suerte que ya estaba en el km 80.

10 kilómetros finales muy largos donde apenas podía acoplarme por culpa de haberme quedado el manillar tan bajo y sin poder beber más porque no llegaba a la pajita del bidón delantero. Para colmo me encontraba con algo de ganas de vomitar. Sensación que había aparecido poco antes y que… los olores de comida de los puestos en la calle a lo largo del recorrido (algo muy típico ahí), no me ayudaban nada. Eso hizo que fuese con algún minuto de pérdida en ese tramo, pero por fin llegaba a la T2.

IMG-20160809-WA0004

Transición lenta de nuevo, donde no era capaz de sacar el Garmin de la bici y pude ver como la cuarta estaba muy cerca.

Venía lo más duro. Prueba de fuego en este último sector. Empiezo a correr y ya intuía que aquello iba a ser muy, pero que muy duro. Las piernas no iban mal, el resto del cuerpo tampoco, sin embargo, “la torta” que te mete el calor de golpe es indescriptible. En ese instante veo a Javi, «¡Por fin”». Me dice que tengo a toda mi familia siguiéndome por Internet (debían de ser las 3.30 de la madrugada en España). Solo por eso tenía que luchar hasta el final, y gracias a eso también saqué las fuerzas de donde no sabía que las tenía. El pensar que tenía a toda mi familia trasnochando, pendientes de mí, me ayudó a correr e intentar evadirme durante algunos momentos de ese sufrimiento que empezaba a pesar como una losa. En esos momentos hay que buscar una motivación por lo que luchamos…, por lo que sufrimos…, si no, lo que hacemos no tiene ningún sentido.

Los kms parecían que no pasaban y solo por el km 3, empiezo a notar algo raro en los pies, en las zapatillas. Creía que se me estaban deshaciendo (qué ilusa). Era como si corriera por el suelo, descalza. Resultó ser que las plantillas se me habían ladeado; imagino que fue por todo el agua que me había echado por encima ya para tratar de refrescarme. Eso sí. Hay que reconocerlo. La organización excelente y no había un kilómetro en el que no recibiéramos bebida, esponjas y cubetas de agua fría para echarte por encima. Un baño constante, literalmente. Muy incómodo correr así, pero totalmente necesario. No te habías echado agua por encima que ya estabas deseando llegar al siguiente puesto de hidratación, para volver a repetirlo. Lo único malo que te podía pasar era que, justo el corredor de delante de ti, cogiera los dos cubos que daban, y que encima los lanzará y te quedases sin. Porque yo…, parar…, no quería ni en los avituallamientos. Sabía que si lo hacía no arrancaría de nuevo.

Supervivencia total fueron los 21kms. Una vez me pasó la tercera, en el km 6, sin poder hacer nada para seguirla, me dediqué a luchar…, luchar… y luchar… por seguir corriendo; por sobrevivir en aquel infierno donde estaba metida. Por continuar estando en carrera y por no venirme abajo. El único aliciente: volver a ver a Javi en el paso por vuelta, en el km 10, y el público que, igual que en bici, habían llenado el sector a pie y con tramos donde ofrecían música y animación.

Los kms no pasaban, ni los metros. Miraba el Garmin por si se le había olvidado pitar y avisarme del paso por el km pero no, solo que aún no lo había completado. Y así uno tras otro. Para colmo, me pitaba y el cartel del km en carrera llegaba casi 300 metros después (y ese era el bueno, el que realmente valía) ¡Con lo que duele eso! Mi ritmo era muy lento y cuando creía que iba bien miraba el reloj emocionada, como si estuviera corriendo por debajo de 4 m/km. Pero no, como mucho conseguía correr por debajo de 5’. Aquello fue horrible. Aun así, aun estaba en el top 5; mi objetivo. La sexta venía muy lejos pero a la quinta no la conseguía ver. Yo ya iba ciega y esperaba que, el no verla, fuese porque venía lejos.

Pues pos suerte así fue, lo conseguí. Defendí mi cuarta posición durante casi toda la carrera y estaba acabando una de las carreras más duras que he tenido. Ansiada meta la que por momentos creía que no iba a poder cruzar. Emoción al hacerlo, con el pensamiento puesto a toda mi familia que estaban esperando ese momento para poderse ir a la cama, pobres, y que la noche en vela hubiera valido la pena.

IMG-20160809-WA0007

Emoción en la llegada y más, cuando varios árbitros y organizadores me felicitan por mi carrera y alucinando de que hubiera estado hay delante siendo una auténtica desconocida. Ahora ya me conocen. Igual que mis rivales, que también me felicitaron.

Abrazo ansiado a Javi con el que puedo descargar esa euforia y ese sufrimiento de 4h31’12”. A él le tengo que agradecer el estar aquí, el salir de nuestra zona de confort, como él dice y vivir experiencias nuevas en las cuales a veces también se sufre. Pero todo esto es lo que nos hace crecer y sobretodo, “vivir”, que por algo estamos aquí.

IMG-20160809-WA0003

IMG-20160809-WA0010

IMG-20160809-WA0009

Agradecer a la organización por el trato recibido (aunque a ver si para la próxima me ponen en el hotel de la organización como al resto de pros, jeje). A todos los que habéis estado siguiendo y esta vez con más motivo que nunca dada la diferencia horaria.

Y con la satisfacción de saber que, por esta cuarta plaza en una competición tan importante, me llevo 920 puntos KPR. Puntos que empiezo a sumar con la intención de clasificarme para el mundial para el próximo año. Lucharé por ello y toca seguir haciéndolo en 70.3 de Lanzarote. Próxima parada.

Ahora toca desconectar y disfrutar de dos semanas de vacaciones en este paraíso.

IMG-20160809-WA0005

IMG-20160809-WA0006

 

En cada una de las crónicas intento no excederme con los elementos negativos que me ocurren –antes y durante la carrera–, pero en ésta, va ser más difícil.

Diez días antes de la carrera me hice una pequeña rotura muscular en el vasto externo del cuádriceps (4 mm. Me hizo estar una semana de baja y con la duda de si llegaría en condiciones a Mallorca. Cuatro días antes, viendo que la cosa iba bien, probé a entrenar suave para ver como respondía el cuádriceps. Parecía que estaba recuperado y, aunque no llegaba al 100%, esperaba poder correr sin molestias y acabar, sobre todo, sin volverme a romper.

Llegué a Mallorca con unas sensaciones raras; llevaba muchos días sin entrenar. Iba más tranquila de lo normal;pensando más en acabar que en conseguir un resultado. Además, no era una carrera nacional en la que partes como una de las favoritas, sino que era una prueba internacional con muchísimo nivel, era la carrera con el cartel más importante que me había encontrado hasta ahora.

Mi primera prueba de la temporada dentro del circuito Ironman y en la que yo ni salía en quiniela. Reconozco que no estoy muy puesta en el tema, pero solo escuchaba nombres de triatletas importantes con varios reconocimientos y victorias a nivel mundial. En los medios de prensa españoles publicaban que un buen resultado mío sería un top 10,-por lo visto, tanto el pódium, como el top 5, quedaban muy lejos de mi alcance–. Eso me benefició para no tener nada de presión.

El día antes disfruté del ambiente de una prueba con tanta repercusión. Admiraba al resto de Pros y me sentía orgullosa de ser una de ellas. Aunque, a priori, en un escalón por debajo. Pude saludar a mis compañeras Gurutze Y Helena, llevaba meses sin verlas. Éramos las tres representantes Pros españolas, así que hicimos un poco de piña y nos dimos ánimo mutuamente. Son los momentos bonitos que sacas de cada carrera.

image4

image3

Todo preparado en boxes la tarde anterior. Solo quedaba rezar para que el tiempo nos respetara. Pintaba muy mal y aseguraban lluvia. Miedo en el cuerpo porque la bici prometía ser peligrosa y más con la bajada tan exigente como la que teníamos en el puerto.

Los pronósticos no fallaron y, desgraciadamente, amanecimos lloviendo. No dejó de hacerlo en toda la noche y las carreteras estaban totalmente encharcadas. No es fácil afrontar una carrera así. Dudas antes de empezar. Te planteas si vale la pena. En esas condiciones le tienes respeto a la bici. Temes que a tu pareja, que también compite, le pase algo… Son momentos muy difíciles y más cuando ves que muchos de los participantes, visto el peligro que conlleva, se abstienen de salir.

Javi y yo, recelosos, no parábamos de mirarnos antes de la carrera. Estábamos preparando todo en boxes, pero con la incertidumbre de si estábamos haciendo bien. Los dos teníamos miedo de que al otro le pasara algo, pero a la vez sabíamos que queríamos y podíamos hacerlo.−«¡Al menos empezamos!» −Nos decíamos el uno al otro−. «¡Por favor, lleva mucho cuidado! » −Nos pedíamos.

Yo sabía que, más que la lluvia, lo que mi iba hacer sufrir era el frío. Quedaba menos de una hora para la salida y ya estaba congelada. Mis manos y mis pies estaban completamente blancos y sin sensibilidad ninguna. ¡Aún no, por favor! Me lamentaba a mí misma. Como os decía al principio de la crónica, no me gusta sacar lo negativo,pero en este día se hizo protagonista. Aprovecharé para contaros, sin ánimo de dar pena, que sufro una enfermedad llamada Raynaud. Tengo episodios frecuentemente, pero en condiciones como el sábado, aún es mucho peor y se hace mucho más notable. Es muy difícil competir sin sentir nada las manos ni los pies, y eso provoca que cojas un frío enorme en todo el cuerpo.

En la línea de salida y sin poder parar de tiritar. Me dolía la mandíbula de tanto temblar y la apretaba para evitarlo. ¿Cómo puedo competir así? –me decía a mí misma. Además, para colmo, estaba clavada del cuello. Menos concentrada que nunca y sufriendo por mi malestar, sonó la bocina ¡Al agua!

Cómo contaros las malas sensaciones nadando con tanto frio y sin notar ni tus manos ni tus pies. Nadé Por inercia, sin más. Me picó una medusa en el pie (otros de los hándicaps del día), pero apenas la noté en ese momento. Para mi sorpresa me mantuve en el grupo de cabeza, con tres o cuatro triatletas muy cerca que me permitieron mantener ritmo y referencias.

image

Larga transición y a continuación cojo la bici superando a una de mis rivales. ¡Bua! La carretera era una piscina. La lluvia, el frío horrible, La niebla y la visera empañada. Iba a ser épico.

Empecé a pedalear con mucho respeto dadas las condiciones. Rodando con bastante agilidad y cómoda, en cuanto a intensidad, fui pasando a las chicas que tenía delante de mí e incluso a algún chico Pro (salieron 5’ antes). Al llegar a pie de puerto, en el km 17, me quedé sola y diría que en cabeza de las chicas. !Alucinante!

image

Con una sensación de euforia momentánea, al ver lo bien que iba, me motivé y saqué fuerzas para mantener ese buen ritmo. Iba cómoda subiendo el puerto. No me pasaba nadie, sorprendentemente. Hasta que casi al final del puerto me pasó una de las chicas, pude leer Laura en su tritraje (desde ese momento se puso en cabeza hasta línea de meta). Consciente de que quedaba mucha carrera y seguramente me pasarían alguna más, seguí rodando fuerte e intenté mantener a Laura Philips a la vista, aunque con la niebla que había, no se veía a más de 10 metros.

Llegaba la bajada y intenté con precaución pero con confianza fui cogiendo las curvas y descontándolas (tenía contadas las 3 paellas). Aunque perdí de vista a la primera, no se me acercaba nadie por detrás. Contenta de haber pasado lo peor, o eso creía, volví a darle intensidad, aunque helada de frío. Volví a perder la sensibilidad en las manos y empecé de nuevo a temblar. Fue en ese momento cuando, recién pasado el cartel del km 50, cuando entré en un pueblo –desierto por el día– y tocaba callejear un poco. Entonces, en una bajada en una calle con poca visibilidad, pasé por un badén con paso de peatones y…, surgió la mala suerte. Toqué un poco el freno pasando por encima de la pintura y… ¡Al suelo!

Fueron segundos los que estuve deslizando hasta chocar con el bordillo de la acera y allí frené. Pero se hicieron muy largos. Mil cosas pasan por tu cabeza en esa fracción de segundos. En la caída vas rezando en que no te estés rompiendo nada. Por más veces que te caigas, el miedo no cesa.

Una vez en el suelo vi cómo se acercaba un voluntario corriendo a ayudarme, sin embargo no era capaz de levantarme –por el frío no por la caída–. Empecé a sollozar. Le decía que tenía mucho frío, que estaba bien, pero que tenía muchísimo frío. Recuerdo el dolor intenso de las manos, cuando pierdo la sensibilidad y me doy un golpe parece que se me rompen los dedos. ¡Es Horrible! El pobre hombre no sabía ni como cogerme, asustado por mi llanto y agonía. Me tranquilizó, me cogió en brazos y me echó un jersey suyo por encima. Yo estaba tiritando, lo que quería era calentarme las manos con agua caliente. Llorando le pedí por favor que avisara a alguien para que me dejara calentar, tenía mucho dolor por el frío. El pobre buscó a una vecina que se asomaba por una calle (bendita paciencia que tuvo el hombre conmigo) y se lo pidió.

¡Madre mía! Cuando me di cuenta estaba descalza, con el casco puesto y en el baño de una casa extraña, con las manos bajo el grifo y con la mirada de preocupación e incredulidad de todos los que estaban en ella. En ese momento aparecieron los de la cruz roja que me llevaron a la ambulancia. De camino le pedí al motorista que escondiese mi bici para que mi novio, al pasar, no la viera y se asustara.
Ya en la ambulancia, me taparon. Ellos también estaban más preocupados por el frío más que por las heridas, eso era buena señal. Me tomaron la temperatura, estaba a 33 grados. Creo que nunca había usado un termómetro por baja temperatura. Después de media hora de tiritera, con la calefacción a tope y tapada hasta el cuello, empecé a encontrarme mejor.

No fui la única que padeció hipotermia. Recogimos a otra corredora por lo mismo y las llamadas de emergencia no paraban. También por caídas. Éramos tres dentro de la ambulancia, dos por frío y un chico con la clavícula rota, algo mucho peor. Entonces la ambulancia, al ver que estaba mejor, y ellos desbordados, le pidieron a un guardia civil, que estaba controlando el tráfico en un paso de la carrera, que nos dejara estar en su coche hasta que vinieran a por nosotras. Así que, descalza, llena de heridas sin curar y con una manta térmica, nos metimos las dos en el coche de la Guardia Civil.

Agradecidas, pero fue un calvario; 3 horas de espera, en las cuales tuve que bajarme dos veces del coche a orinar –a pelo, tal como os lo cuento– en mitad de la carretera y con el dolor del golpe y el escozor de las rascadas que empezaban a molestar. Vi que en la cadera tenía una buena herida y una buena hinchazón. Pero bueno… Podía haber sido peor.

Esas horas se hicieron eternas. Parecía que nunca iban a venir a por nosotras. Que impotencia. Si llego a tener la bici cerca me vuelvo pedaleando. Lo peor era ver como pasaban las horas, sufriendo porque no podía llegar antes que Javi terminase de competir y estar allí para tranquilizarlo. Apenada porque era consciente de que llegaría cuando todo se hubiera acabado y no tener idea de dónde buscarlo. Además, mi familia. Sabía que intuirían que algo había pasado y yo no podía avisarles.

Sin prácticamente comunicación con la otra chica –era Austriaca–, y con la desesperación de la espera y la preocupación de no poder contactar con nadie, fue lo peor de la carrera, hasta que, a las 14h (yo me caí sobre las 10.15h) aparece un coche que dice que viene a por nosotras. ¡Por fin! Me emocioné y todo. El trayecto fue rápido –diez minutos–. No paré de pensar en ver a Javi y en lo que estaría sufriendo ¡Dios,que agonía!

Como si de una película se tratase, descalza, anduve hacia una dirección sin saber bien donde ir y después de cruzarme con gente que me miraba asombrada vi a Javi ¡Venia hacia mí! ¡Dios, nunca olvidaré esa cara desencajada al verme! Preocupadísimo, obviamente.

Al fin logré hablar con mi familia y comunicarles a todos los que estaban preocupados por mí que estaba bien. Más de cien llamadas y mensajes. Increíble ver todas esas muestras de cariño. Gracias a todos.

Como suponéis, y algunos sabéis de primera mano, las heridas duelen más cuando empiezan a cicatrizar que cuando están frescas. Pero son solo rascadas que se curarán rápido y que me dan más fuerza para seguir. Con la mente fría, saco lo positivo de la carrera, lo hay.

Felicitar a Javi por su auténtica carrera y al resto que también lo hicieron y sé que no fue fácil.

Agradecer el cariño de todos los que estuvisteis pendientes de mí. Y como siempre, a mis sponsors que suceda lo que suceda siguen apoyándome. En la próxima volveré a poner toda la carne en el asador y sacar lo mejor de mí. Como intento hacer siempre si las circunstancias me lo permiten.

Como dijo Napoleón, puedo luchar contra las personas pero no contra los elementos.

Gracias.

Primer half de la temporada, con ganas de estrenarme pero en el peor momento físico de las últimas semanas. Después de llevar meses de entreno y la primera vez que seguía una planificación y me había puesto en manos de un entrenador (Álvaro Rance) llevaba dos semanas que me encontraba cansada, débil y dudando si sería capaz de mantener el tipo durante la carrera.

Continue reading Tri Banyoles 2014